jueves, 31 de diciembre de 2009

PLAN DE HOMILÍAS

AÑO 2009 (Ciclo B)


(Para las homilías del 2008, ir a la etiqueta "PLAN DE HOMILÍAS 2008")

viernes, 6 de noviembre de 2009

EL JUEGO DIVINO DE LA ENTREGA

Un día, el Señor estaba en el Templo de Jerusalén, sentado. Como está ahora aquí con nosotros (cfr. Mc 12,38-44).

Jesús veía el trasiego de la gente que iba y venía.

En frente de Él estaba la hucha del templo, donde se echaba dinero para ayudar a los gastos.

Vio algunos judíos que eran buenos y que echaban bastante.

También apareció una señora que echó muy poco, según el cambio actual no llegaría a un euro.

El Señor también nos ve a nosotros, que venimos a entregar cosas.

Unos, diez minutos de oración, otros la acción de gracias de la misa…

DOS VIUDAS

Entonces Jesús al ver lo que echaba la viuda, dijo una cosa desconcertante. La idea es: –Esta señora ha echado mucho más que los ricos.

Esto me recuerda a la historia de otra viuda. Un enviado de Dios llegó a un pueblo parecido a los que habrá en la actual Etiopía (cfr. 1R 17,10–16).

Y se encontró con una mujer que tenía un hijo, y que se estaban muriendo de hambre. Solo disponía de lo necesario para hacer una sola comida.

Elías, el enviado de Dios, le dijo: –Dame algo de comer.

Y la señora viuda, un poco sorprendida, casi suspirando y con pena, le dijo algo así como: –Solo me queda para mi hijo y para mí… ¿cómo me pides esto?

Y Elías le dijo:

–Sí. Primero ponme para mí. Ya luego habrá para ti y para tu hijo.

LA VIUDA SE FIO

Se fió porque se lo pedía un enviado de Dios.

Y, después de darle de comer al profeta, sorprendida, vio como lo poco que tenía, no solo no se acabó, sino que tuvo para muchos días, mientras otros se morían de hambre.

Y es que, cuando el Señor quiere dar, lo primero que hace es pedir.

Así hace con nosotros. Lo mismo hizo con los santos.

A la Virgen, que quería que fuese su madre, lo primero que le pide es la maternidad.

A san Josemaría, que quería que fundara una familia sobrenatural de miles de personas, lo primero que le pidió fue precisamente que no formara una familia humana.

Y, cuando le dijo a su padre que había decido ser sacerdote, a su padre, que nunca le había visto llorar, le cayeron dos lagrimones, y dijo: piénsatelo bien. Es muy duro ser sacerdote. No tendrás una familia, no tendrás un hogar. Pero yo no me opondré.

Y, san Josemaría, decía años después: mi padre se equivocó.

También se equivocó la Virgen, porque pensaría que nunca nadie le llamaría madre. Y ha sido la mujer en la historia de la humanidad que más la han llamado así.

Es un consuelo saber que los santos se equivocan, porque a Dios no le podemos ganar en generosidad.

DOS VIUDAS Y UN PAPA

Esto me recuerda a un comentario que hizo el Papa Juan Pablo II, un año que estábamos con él durante una convivencia en Roma.

Era domingo de Resurrección y le cantamos una canción que había ganado el festival de San Remo, titulada Dare di piú, Dar más.
Después de escucharla, comentó: –Esto es lo que sucede. Que cuando damos, siempre encontramos más dentro de nosotros. El que da no pierde, porque cuando se da, siempre se encuentra más.

Esto es lo que sucede, que Dios se saca cosas de la manga.

Jesús se alegró porque la viuda había dado más que los otros.

ENTREGAR PARA GANAR

Dios, a los que quiere más, no les da más, sino que les pide más. Les pide todo, pero, para devolvérselo en oro.

Jesús se alegra porque la viuda del Evangelio dio más porque dio todo.

Ojalá todos fuéramos viudas en la generosidad.

sábado, 10 de octubre de 2009

MI AMIGO EL AGNÓSTICO
















Una de las palabras que el Señor utiliza más en el Evangelio es la de «
sígueme». La oyeron los apóstoles individualmente.

Y también los jóvenes universitarios de aquella época.

Precisamente esta palabra la escucharon santos de todos los tiempos.
Cualquier persona que trate al Señor oirá en su interior: «sígueme».

En Granada, un chico llamado Andrés Manjón oyó esa palabra, y con el paso del tiempo fundó unas escuelas que sirvieron para educar a mucha gente sin recursos.

En su época –principios del siglo XX– D. Andrés Manjón era muy conocido. Y tuvo un amigo que era considerado como el mejor escritor español de su tiempo. Este amigo, que se llamaba Miguel, también escuchó, en su adolescencia, la llamada de Dios.

Nos cuenta Miguel que le pidió al Señor que le manifestara su voluntad. Y sintiendo que Dios le hablaría si cogía el Evangelio abrió el libro al azar. Y allí encontró las palabras que hemos leído, y que Jesús dirigió al Joven rico.

Miguel se puso muy nervioso ante esa llamada interior. Y trató de convencerse de que seguramente se trataba de una casualidad. Y volvió a abrir el Evangelio también al azar…

Y esta vez encontró el pasaje que relata San Juan, sobre el milagro del ciego de nacimiento. Y Miguel al posar los ojos en el texto leyó: «lo habéis escuchado ya, ¿queréis que lo repita de nuevo?».

Su conmoción fue muy grande. Estaba muy impactado. Pero no quiso seguir la voz de Dios, que le pedía ser buen cristiano.

Así que dejó de asistir a Misa, y con el paso del tiempo se declaraba agnóstico.

Indudablemente no era ateo, pues al ser una persona muy inteligente no encontraba argumentos para negar la existencia de Dios.

Pero aunque no descartaba que existiría Dios, se auto-convenció de que no lo podemos saber con absoluta certeza.

Según llegó a pensar Miguel, Dios no intervenía con claridad en la Historia Humana.

Como si la existencia del pueblo judío, y su pervivencia actual, después de tantos milenios no fuera un caso totalmente único en la Historia.

Como si las profecías que se cumplieron en Jesús, hubieran sido una casualidad. Como si los milagros que hizo el Señor no estuvieran probados históricamente.

Como si la Biblia, Palabra de Dios, no hubiera sido el libro más leído de todos los tiempos. Y el más vendido en el 2008.

En fin que si el Señor nos llama, y no le hacemos caso acabaremos pensando que la muerte de Jesús en una cruz sólo ha servido para que Cristiano Ronaldo lleve de adorno un rosario en el cuello.

viernes, 2 de octubre de 2009

LA POLIGAMIA (XXVII DOMINGO B)


En el Evangelio, el Señor habla de que el matrimonio es de un hombre y una mujer.

Y, además de uno con una, es para toda la vida. Porque lo que Dios une el hombre no puede separarlo.

Unos de los sacerdotes que intenvendrá en el próximo sínodo de África, que empieza hoy en Roma, me dijo el viernes, antes de irse, que la poligamia será uno de los temas que se tratarán. Porque allí un católico puede pensar que es normal tener 4 ó 5 mujeres a la vez.

En occidente, esto nos parece extraño, pero aquí también hay bastantes católicos que viven la poligamia desde su juventud.

Este mismo sacerdote africano, me comentaba que estaba sorprendido de la poligamia española.

Efectivamente, también los sacerdotes de aquí nos damos cuenta de que hay bastante poligamia. Sobre todo entre la gente de menos de 30 de años.

Es normal que antes de haber hecho el contrato matrimonial, los hombres de occidente hayan tenido varias mujeres.

No es una poligamia simultánea, sino sucesiva. No es a la vez, sino sucesiva en el tiempo. Esa la diferencia entre la poligamia africana y la poligamia española.

Sucede con bastante frecuencia, entre la gente joven, que conoce a un chico o a una chica, se declaran y a partir de ese momento ya viven como marido y mujer.

Tienen detalles de afecto que yo no he visto que tuvieran mis padres delante de mí, porque los reservaban para el matrimonio.

Hoy suele ser normal que un chico de 17 años y una chica de 16 vivan como si estuvieran casados, aunque se vean solo los fines de semana.

Con el aliciente de que no tienes gastos de comunidad, colegios, ni de agua ni de electricidad.

Y así pueden vivir, con varias o con varios sucesivamente, hasta que ya hacen el contrato matrimonial que, como es lógico, no tiene por qué durar para siempre.

Los curas cuando hablamos con una chica o chico, que llevan año y medio saliendo, estamos tentados de preguntar: Bueno, ¿qué tal tu marido?

Por eso ya no se habla ni de novio, ni de marido y mujer, sino de relación de pareja un término que engloba todo, porque en realidad todo es lo mismo.

Hoy en día la pareja ha dejado de ser sólo una institución benemérita, también porque hay guardias civiles que están casados.

En el Concilio Vaticano II, algunos obispos europeos pidieron que el celibato fuera opcional para que se pudieran casar los sacerdotes que quisieran.

Ante esto, los obispos africanos se opusieron en masa porque allí el celibato se ve como un milagro.

Y así es, el celibato, seas sacerdote o soltera hay que pedirlo porque es un don de Dios.

Os aconsejo pedírselo a la Virgen cada noche rezando tres Avemarías.

martes, 22 de septiembre de 2009

HARAMBE



EL CIELO EN LA TIERRA

El marxismo intentó hacer un cielo en la tierra y no lo consiguió. Para eso construyeron muros, que aislaban los «paraíso comunistas» del resto del mundo.

Los cristianos conseguiríamos que el cielo se hiciera presente en la tierra si viviéramos –todos a una– como nuestro Señor.

Por eso decía Juan Pablo II: construyamos puentes, no muros de separación.

TODOS A UNA
Porque la tendencia a ser exclusivistas, a separarnos, a ir por libre, está muy generalizada.
Inconscientemente, algunos piensan que el bien no es bien si lo hace otro. Y el mal no es tan malo si lo hago yo.
–¡Cómo va a ser pecado esto si lo he hecho yo!

MIRAR O AYUDAR
En esta tierra todo lo que hacemos influye en los demás.

Y lo que más desune, a veces, son los pensamientos y las críticas. Hay quienes van a un sitio y siempre ven lo negativo: las manchas.
Pero Jesús no vino a juzgar sino a ayudar. Y así también los cristianos.
Hay otra forma de vivir que es pasiva: mirar, solo mirar, e ir a lo nuestro.

SI NO ES MI ENEMIGO ES MI AMIGO.

Es curioso, pero la gente suele pensar que quien no es amigo es enemigo. Para el Señor es al revés: si no es mi enemigo, es mi amigo.
El Evangelio habla de un apóstol que se molestó porque uno, que no era discípulo del Jesús, hacía milagros (cfr. Evangelio de la Misa).
Eso también pasó siglos antes, cuando hubo quien se enfadó porque varias personas que no estaban con Moisés recibían dones especiales de Dios.
Y Moisés, con sentido común, se alegró de que alguien recibiera esas gracias del cielo. Por eso dijo: Ojalá todo el mundo profetizara. No había que desconcertarse porque otros hicieran el bien (cfr. Primera Lectura de la Misa).

SUPERGLÚ

La doctrina del cristiano es querer a todos. Por eso Jesús, en un momento importante, pidió que todos fueran uno.

El amor es lo que une de verdad a las personas. Lo demás, el interés o la pura amabilidad, pasan. La caridad cristiana es el mejor pegamento para estar unidos con los que nos entienden y con los que no.

TODOS A UNA

Si queremos hacer el cielo en la tierra, hemos de vivir la caridad que es lo que une.

En Kenia hay una palabra que expresa justamente esto, significa Todos a una. En suagili es Harambe. En castellano diríamos Fuenteovejuna.

lunes, 14 de septiembre de 2009

ACONCAGUA


DE ALTO RIESGO

Tengo un amigo alpinista que entre otras cosas ha escalado varios seis miles. Normalmente esto no se puede hacer en la vida diaria, en la que se sube sólo en ascensores.

Pero el que quiera ser cristiano de verdad también tendrá una existencia emocionante. Quizá se le acusará de llevar «una vida distinta a los demás», y para algunos resultará un personaje «incómodo» (Primera lectura: Sb 2,17-20).

EL ARNÉS DE DIOS

La vida cristiana es una aventura en la que vamos siempre asegurados por Dios. Dice el Salmo que «el Señor sostiene mi vida» (cfr. 53: responsorial de la Misa). Si vamos sujetos a Él no tenemos que preocuparnos.

EN LA ALTA MONTAÑA

En la alta montaña es muy peligroso funcionar por libre: no es del espíritu montañero ir cada uno a su bola, eso es para el tenis.

El Señor nos pide que nuestra actitud no sea la del que quiere hacer su voluntad a toda costa, sino la del que sirve a los demás, haciendo el querer del otro más que el nuestro (cfr. Evangelio de la Misa: Mc 9, 30-37).

PELEAS POR EL MANDO

Suele pasar en algunas excursiones de medio pelo, que la gente se suele enfadar porque algunos quieren que los demás sigan su plan.


Pero Jesús enseña a sus discípulos que quien quiera ser grande ha de adaptarse a los otros. En la vida diaria esto es heroico: es como una pequeña esclavitud.

ADAPTARSE A OTROS

Uno de los Apóstoles, Santiago, nos habla de cómo tiene que ser el corazón del cristiano: sin la codicia del que busca sus intereses por encima de todo (cfr. 3,16-4,3).

Para los que no siguen a Jesucristo cualquier medio es válido con tal de hacer lo que uno quiere, porque se consideran unos expertos.

Los cristianos, sin embargo, debemos considerarnos siempre principiantes, como niños.

SIEMPRE INEXPERTOS

Algunos toman esta actitud cristiana de considerar superiores a los demás como una debilidad o como una rareza.

Piensan que lo emocionante es mandar, gobernar, imponer, pero lo verdaderamente apasionante es querer a los demás.

Porque al final nuestro Aconcagua consiste en escalar la montaña que subió el Señor al dar la vida por los demás.

lunes, 7 de septiembre de 2009

¿POR QUÉ LA CRUZ? DOMINGO XXIV, CICLO B


INJURIAS AL REY
«Ofrecí la espalda a los que me apaleaban» (Primera lectura de la misa: Is 50,5–9a). Isaías con estas y otras palabras, profetizó lo que tendría que sufrir el Señor.
Normalmente a un rey se le debe respetar. Es delito injuriarle. Los judíos pensaban que al Mesías, su futuro rey humano, iba a hacerse respetar por todos. Pero Jesús no venía a ser rey mediante la honra, sino la deshonra.
En el Evangelio vemos cómo San Pedro tenía esa idea demasiado humana en la cabeza y Jesús tajantemente le corrige (cfr. Mc 8,27–35).

La fe de Pedro todavía era imperfecta porque no había asimilado la cruz. Y, por eso, el Señor le aclara: «el que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga».

LA IDEA QUE TENEMOS DE NUESTRA VIDA

Nosotros también pensamos como San Pedro que nuestra vida va bien cuando nos aprecian, cuando valoran lo que hacemos. Nos sentimos bien cuando nos halagan.
En definitiva, la idea de nuestra vida es triunfar, tener éxito, y si no llega, somos fracasados. Esto nos pasa, como a San Pedro, porque nuestra fe es imperfecta y no entendemos la cruz.

¿Y POR QUÉ LA CRUZ?
Somos cristianos. Lo nuestro es seguir a Jesucristo. Hemos venido, como él, a salvar a las almas.
Y lo haremos muriendo en la cruz. Si queremos seguirle tenemos que llevarla detrás del maestro. Por eso, no es de Dios lo que nos separa de este camino.
Como en el caso de Jesús, la cruz en nuestra vida siempre tiene una explicación. Hay que acudir al Señor para que nos abra la inteligencia y nos haga ver su sentido.
Santiago dice que nuestra fe no puede ser teórica, sino que tiene que estar pegada a la realidad. Y la realidad es que la cruz se da en nuestra vida. Hay que utilizarla.
Como esto es difícil de entender y de llevar a la práctica hemos de pedirlo. Esto es lo que experimentaban los santos en las contrariedades, que el Señor venía en su ayuda cuando rezaban. Por eso dice el salmista: «estando yo sin fuerza, me salvó» (Sal 114: responsorial).

Como experimentó Jesús, la Virgen no nos dejará cuando caminemos con la cruz a cuestas. Ella es la madre del crucificado.

lunes, 31 de agosto de 2009

YESHUÁ (DOMINGO XXIII CICLO B)


La Virgen llamaba a su Hijo Yeshuá. Era el nombre de un general victorioso israelita, que significa Dios salva.

DIOS CURA

Isaías, uno de los principales profetas, anunció que, cuando llegara el Mesías, abriría los ojos de los ciegos y los oídos de los sordos (cfr. Is 35,4–7a: Primera lect de la Misa). En su vida Jesús hizo muchos milagros.

También hoy, miles de personas le piden cada día a Dios la curación de enfermedades: cáncer de hígados, leucemias... La gente ve al Señor como alguien que cura. Y es verdad, así es.

UN SORDOMUDO

Las curaciones son una señal de la presencia del Señor entre nosotros. Por eso, Jesús (Yeshuá) las hacía, y las sigue haciendo.

Al curar, manifiesta que Dios está como un Dios que salva. Una de las cosas más importantes del cristianismo es que es una religión de salvación.

Entre otros milagros, el Evangelio (de la Misa: cfr. Mc 7,31–37) nos habla de la curación de un sordomudo.

DIOS SALVA AL HOMBRE

La salvación que Dios viene a hacernos, no es solo del cuerpo, sino del hombre completo, con alma y con cuerpo. No viene solo a salvar sus ojos o sus oídos.

Las curaciones corporales son un signo del deseo de Dios por salvarnos enteramente.

ENFERMEDADES ESPIRITUALES

El hombre está hecho para amar y ser amado. Por eso, una de las enfermedades más graves que tiene el ser humano son las faltas de amor.

Santiago nos habla de las discriminaciones que hacían algunos de los primeros cristianos entre ricos y pobres (cfr. St 2,1–5: Segunda lectura de la Misa).

Cada uno de nosotros tiene sus propias enfermedades espirituales y corporales para pedirle al Señor que se las cure. Jesús es médico.

viernes, 28 de agosto de 2009

DIOS SABE COMO HACERNOS FELICES, NOSOTROS NO



PUBLICAR LA FÓRMULA

Unos conocidos míos han ido a Egipto. Los más asombrosos para la gente que iba con ellos en el mismo grupo no eran las pirámides sino el empeño que tenían en a misa los domingos. Sencillamente querían hacer la voluntad de Dios.

Aunque parezca sorprendente la gente quería hacerse fotos con ellos porque querían ir a misa los domingos. No salían de su asombro. Y ellos tan contentos y se lo han pasado de miedo.

Hay gente que busca la felicidad y no la encuentra porque no sabe. La buscan en la ropa, en una fiesta, en caer bien, etc.

Todo el mundo busca disfrutar, por eso, los amigos se dicen unos a otros: vente que lo vamos a pasar en grande.

Si alguien conoce el secreto de la felicidad que, por favor, lo diga. No debería de ser algo tan secreto como la fórmula de la Coca Cola.

¿Qué nos la da? La ¿fama? ¿Ser conocido por todo el mundo? ¿Firmar autógrafos?

EL QUE SABE

Dios sabe cómo hacernos felices, nosotros no. Es nuestro Padre Dios, nos ha creado.

Jesucristo ha venido para eso. Se ha quedado en el sagrario, para darnos fuerzas y alcanzar la felicidad en esta tierra y en la otra. Para eso nos da indicaciones. Esos son sus mandatos.

LA RECETA

Por eso, en el AT nos dice que pongamos por obra lo que él nos manda (1 lectura). La suerte del pueblo de Israel es que tenían a Dios cerca, era como un padre que les iba diciendo lo que tenían que hacer. No ha habido ningún pueblo como él en la historia de la humanidad.

AFORTUNADOS

¡Qué suerte también para nosotros, los cristianos, estar con el Señor en su Casa! (cfr. Sal 14, responsorial). Y no solo vivir en su casa sino que nos vaya enseñando.
Por eso Santiago nos dice hoy: llevad a la práctica la palabra de Dios sembrada en vosotros (cfr Segunda lectura), porque eso es lo que nos va a hacer feliz.

En aquellos tiempos, había gente que no obedecía al Señor sino a sí mismos. Eran los fariseos. El que sigue al Señor siempre acierta.

DE ESPALDAS A DIOS

Un amigo mío cumplió 40 años. No tenía problemas de dinero. Era economista y abogado. Tenía dos hijos un Audi con tapicería de cuero. Trabajaba en un prestigioso despacho de Madrid. Una noche fue a una fiesta de disfraces vestido de negro, con una capa roja, cuernos y dientes de vampiro. Iba conduciendo y por el sueño se chocó contra un árbol. Perdió el conocimiento hasta que vino la ambulancia y escuchó como decían mientras lo sacaban: Parece que tiene sangre en la boca; y otro de los camilleros dijo: no ¡hombre! eso es pintura del disfraz.

Pasó el tiempo y a los 50 años se quedó soltero. Se compró una moto: Harley Davison que le costó 24. 000 euros, y un casco plateado. Se dejó una coleta tan plateada como el casco.

La mitad del año la pasaba en Menorca donde se aficionó a los perros y a los caballos de su moto acuática.

Y como se aburría se trajo un velero de Holanda. Y así estuvo, dando vueltas a turista con su velero hasta que montó un restaurante en terra firme. Luego, le dio un cáncer y se murió.

Y me decía su madre: realmente nada le lleno ¡que dura es la vida sin fe!

¡QUÉ FELICES SOMOS!

También me contaban de un matrimonio, buenos cristianos, que tienen nueve hijos, el mayor de 18 años y el pequeño de meses. La madre les lleva en furgoneta al colegio y la guardia civil les ha parado dos veces para pedirle los papeles porque pensaban que era un transporte público. En verano el matrimonio, a veces se va solo al norte, y descansan mucho porque solo se llevan a los cinco pequeños.

La vida de cada día es una auténtica aventura, siempre hay alguien que llevar al médico. La casa está llena de alegría. A veces se juntan 20 niños en la cocina donde la rumana les da de merendar. Allí van aunque tomen pollo frío porque siempre hay ambiente.

Cuando hay helados, a la pequeña le ponen el bañador, porque no atina a llevárselo a la boca y se acaba perdida.

Al padre que llega cansado del trabajo, un día le dijo el mayor: a ver si le dedicas más tiempo al pequeño porque me está empezando a llamar papá.
Y la mujer un día, cuando la casa estaba en silencio, con todos acostados, le dijo a su marido: qué cansados estamos pero qué felices somos.

LO QUE QUIERE NUESTRO PADRE

Cuando un padre manda una cosa a un hijo no es por egoísmo, sino porque quiere el bien del hijo. Y si no hiciera esto no sería un buen padre.

Un padre tiene experiencia, un hijo no. El hijo más feliz quizá es el más pequeño porque sus padres le hacen todo.

Al querer Dios que sigamos su voluntad, él sabe más y quiere nuestro bien, sabe como hacernos felices. Él es nuestro verdadero Padre.

Por eso lo mejor es cumplir lo que el Señor nos manda. Hacerle caso. Oír su voz. Agradarle.

jueves, 23 de julio de 2009

EL CATERING


«Abres tú la mano, Señor, y nos sacias» dice el salmo de la Misa (144).

Nuestro Dios quiere enseñarnos que nada se escapa a su mirada. También se preocupa de las necesidades materiales.

CONSTATAR NUESTRA DEFICIENCIA

Sino se cuenta con el poder de Dios la reacción es siempre la misma, pensar que no tenemos suficiente con lo que hay.

«Qué hago yo con esto para cien personas» (Primera lectura: « ¿Qué es esto para tanta gente?».

La verdad es que cinco bocadillos de sardinas para dar de comer a más de cinco mil personas es un verdadero milagro.

NO QUIERE DESPENSA
En el Padre nuestro le pedimos: «danos hoy nuestro pan de cada día». Parece que el Señor no quiere que tengamos despensa: arregla las cosas para que nos alimentemos hoy. Y que confiemos el mañana a su Providencia.

El Señor como es Dios vive siempre en el hoy. Nosotros tenemos pasado y futuro, y por eso podemos inquietarnos ante las necesidades próximas.

LO IMPORTANTE LO PONE DIOS

Bien sabe de qué tenemos necesidad. Sólo nos pide que confiemos en Él, y pongamos los medios que estén a nuestro alcance.

En nuestra vida los milagro los hace el Señor pero quiere que nosotros colaboremos en algo, y nos demos cuenta que lo importante lo hace Él.

Y complacernos es capaz de montar un catering en pleno campo.

sábado, 4 de julio de 2009

PROFETA EN SU PUEBLO



El ser humano se acostumbra a todo: tanto al bien como al mal.

La gente de Nazaret se acostumbró a la presencia de Jesús. Esto es lo que pasa a la gente vulgar que no es capaz de darse cuenta cuando tiene a una persona extraordinaria (cfr. Evangelio de la Misa: Mc 6,16).

También a nosotros nos puede ocurrir que valoremos más a la gente con la que no hemos vivido. “Nadie es grande para su mayordomo” dice el refrán.

Jesús se queja de la falta de fe, que hace que no se descubra el paso del Señor por nuestra vida.

De todas formas siempre se nos dan oportunidades. Incluso la gente de Nazaret se dio cuenta de Jesús que hacía milagros, y de que hablaba con sabiduría, pero no lo valoraban, porque había vivido con él.

El Señor le dijo al profeta Ezequiel: Te hagan caso o no te hagan caso “sabrán que hubo un profeta en medio de ellos” (cfr. Primera lectura de la Misa: Ez 2,2-5).

Efectivamente de alguna forma nos damos cuenta de que algo pasa, pero sin fe resulta todo confuso, como les ocurrió a los de Nazaret, que se escandalizaban.

Hace falta tener los ojos puestos en el Señor (cfr. Salmo responsorial: 122) para valorar a las personas y a los sucesos de nuestra vida. Y esto se consigue en la oración mental. El verano es un buen momento para ejercitarse: mirar a Dios y sentirse mirado por él.

sábado, 27 de junio de 2009

PERDER PARA GANAR


Hay quienes le achacan a Dios todo el mal que sucede, como si el Señor fuera el causante.

Es como echarle las culpas a un Padre de las travesuras que hace su hijo, cuando ya es mayor de edad.

Dios no hizo la muerte ni se goza destruyendo a los vivientes” (Primera lectura de la Misa: Sabiduría 1,13).

La cuestión es que en la actualidad Dios está puesto como en sospecha. Poca gente se fía de Él completamente.

Sin embargo los cristianos tenemos experiencia de lo bueno que es Dios, y que la peor ofensa es considerarle responsable de las desgracias que ocurren.

Es al revés: del mal que nosotros hacemos o que nos hacen, Él saca bienes. Nos libra de los peligros principales, auque tenga que perder provisionalmente alguna batalla.

Señor sacaste mi vida del abismo, me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa” (Salmo Responsorial: 29).

La táctica del Señor en esta tierra muchas veces es “perder para ganar”.

La libertad del hombre le hace perder alguna batalla pero todo resulta bien para los que le aman.

El Señor tiene mucho poder, tanto como Amor. Por eso dice la Iglesia:

nuestro Salvador Jesucristo destruyó la muerte y sacó a la luz la vida” (Aleluya de la Misa).

Es bueno que le pidamos todo. Las cosas espirituales y las cosas materiales. Como Jairo, que le dijo:
Mi niña está en las últimas; ven, pon las manos sobre ella, para que se cure y viva” (Evangelio de la Misa: Mc 5, 21-43).

Pero Dios tiene la última palabra, no porque no quiera escucharnos sino porque sabe lo que sucede si nos toca la lotería.

Por eso hay que fiarse del Amor que Dios nos tiene.


viernes, 19 de junio de 2009

SENTIDO DEL SACRIFICIO (XII DOMINGO CICLO B)


Los sentimientos del hombre son tan fluctuantes, como las mareas del mar. No podemos extrañarnos que haya en nuestra vida momentos de alta mar y otros de baja mar, tormentas y bonanza.


Ante las situaciones difíciles se puede reaccionar de distintas maneras: dramatizar, tomándose las cosas a la tremenda; o por el contrario, fiarse de Dios, que saca bien del mal.

SUFRIR CON CABEZA
Si te paras a pensarlo un poco. ¿Qué sentido tiene el tatuaje, perder kilos o echar horas a quemarse bajo el sol? Ninguno. Pero como dice un refrán: para presumir hay que sufrir.
Ir de compras y comprar barato debe ser una cosa muy costosa.
Hay personas que se sacrifican por vanidad:
-Me han mirado.
-¿Y qué? No se van a casar todos contigo, ni te van a echar monedas.
En esta vida todos se sacrifican. Pues, vamos a hacerlo por cosas que merecen la pena. Vamos a sacrificarnos por amor a Dios y por amor a los demás.

LA TEMPESTAD
En la vida de nuestro Señor no faltaron las dificultades. El Evangelio de hoy nos cuenta que mientras cruzaba con sus discípulos a la otra orilla del lago, “se levantó un huracán, y las olas rompían contra la barca hasta casi llenarla de agua” (Mc 4, 35-40: Evangelio de la Misa).
Así fue la vida de nuestro Señor: en algunos momentos parecía que todo se hundía.
Esto me traía a la memoria lo que me contó un marino amigo. En una de las veces que dio la vuelta al mundo en el Juan Sebastián El Cano:
-Las olas, decía, eran de 14 metros. Fue la vez que peor lo he pasado y que más he rezado. Nadie podía dormir ni comer. Caminábamos por las paredes del barco. Ha sido la peor pesadilla de mi vida. Pero, gracias a Dios, después de dos días que parecían que no terminarían nunca, vimos la luz del sol.
Así fue la vida de nuestro Señor, aunque más que una tempestad en el mar fue que el Señor murió en la Cruz, pero resucitó (cfr. Segunda Lectura de la Misa: 2 Cor 5, 14-17). Los apóstoles estaban muy desconcertados, no entendían nada: “¿Pero quién es este? ¡Hasta el viento y las aguas le obedecen!” (Mc 4, 35-40: Evangelio de la Misa)

EL SEÑOR BENDICE CON LA CRUZ
Lo mismo le pasó a Job, que es figura de Cristo. Le pasó de todo. No sólo perdió a sus 7 hijos y a sus 3 hijas. También se quedó sin los 500 bueyes, las 7000 ovejas, y los 3000 camellos que tenía. Se quedó sin nada.
Y cuando creyó que ya no podía sufrir más, vio con dolor que sus amigos le echaban en cara que no era una buena persona:
-si te pasa esto, le dicen, es porque Dios no está contigo.
El pobre Job estaba muy acosado, estaba como en una tormenta. Así se lo explica Dios. Le dice: -lo que te sucede no es culpa tuya, no te preocupes. Lo que pasa es que estás metido en una tormenta. (cfr. Primera Lectura: Job 38, 1. 8-11)
En la vida hay momentos de bonanzas y de tempestades. Hay que estar preparados. El que sale a la mar ya sabe lo que hay, sabe perfectamente lo que se puede encontrar.
Debemos prepararnos y construir nuestra casa sobre roca, sobre Cristo. Así, los sentimientos no son los que arrastran. Es la voluntad, la decisión, la que debe mantenerse firme y tirar de los sentimientos.

LA SOLUCIÓN ES EL AMOR
Pero no se trata de crecer en capacidad de sufrimiento, sino de crecer en capacidad de Amor. La persona que está enamorada de Cristo no tiene miedo al sufrimiento. A las madres no les importa soportar todo tipo de dificultades por amor a sus hijos.
El Señor es siempre la solución de nuestra vida. Así lo asegura el salmo: “gritaron al Señor en su angustia, y los arrancó de la tribulación. Apaciguó la tormenta en suave brisa, y enmudecieron las olas del mar.” (Sal 106, responsorial).
Una persona piadosa sale de todo, aunque sea poco fuerte, aunque se vea muy débil. Si es piadosa sale siempre adelante. Los que no se rompen es porque su amor a Dios es mayor que lo que tenían que padecer.

Jesús quiso que su Madre estuviera junto a Él en la cruz. Ella ante tanto sufrimiento, se fió de Dios.

lunes, 8 de junio de 2009

EL CUERPO Y LA SANGRE DEL SEÑOR

La fiesta del Corpus Christi la quiso Dios directamente para hacernos valorar la Eucaristía.

El libro del Éxodo nos habla de que Dios hizo un sacrificio de holocausto y tomó la sangre, diciendo: «Esta es la sangre de la alianza que hace el Señor con vosotros» (Primera lectura: Ex 24, 3-8).

Esta sangre es símbolo de otra que celebramos en la fiesta del Cuerpo y de la Sangre de Jesucristo, que se nos ha dado como alimento. El Señor dijo en la Última Cena «Esta es mi sangre, sangre de la alianza, derramada por todos» (Evangelio: Mc 14, 12-16.22-26). Anteriormente había dicho que debíamos beber su sangre para alimentarnos de Él. En el misterio de la Sangre y Cuerpo de Cristo está Jesús.

EL CUERPO Y LA SANGRE DE CRISTO

Dice la Escritura que el hombre no sólo vive del pan natural, sino de otro tipo que es el pan sobrenatural.

A este alimento del Cielo es al que llamamos Corpus Christi: el Cuerpo de nuestro Señor que se nos da como «verdadera comida» y su sangre que se nos da como verdadera bebida (cfr. Jn 6, 55).

Dice San Pablo que el que come su carne y bebe su sangre vivirá una vida distinta y eterna: la vida de Cristo: «El que come de este pan, vivirá para siempre» (Aleluya). «El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él –dice el Señor» (Antífona de Comunión)

EL PAN DEL CAMINO

Este alimento nos lo deja el Señor para tener fuerza y superar las dificultades: los desánimos, el cansancio. En definitiva, nos lo da para llevar una mejor calidad de vida sobrenatural.

Nos deja un pan de esta vida que nos lleva a la otra. No sólo eso, sino que quería estar con nosotros hasta el fin de los tiempos.

BEBER SU SANGRE

Dios quería ser nuestro. Y para eso, se hace alimento, algo que se come y bebe y que llega a formar parte íntima de cada uno; se hace uno con nosotros.

Jesús quiso que el verbo comer apareciera en el Evangelio. Y lo hizo porque explica muy bien la unión que quiere tener con nosotros. No hay mayor unión que ésta.

Si lo pensamos, es impresionante. No hay varios Jesucristos, sino solamente uno: el que está en el Cielo es el mismo cuya carne comemos y cuya sangre bebemos. Sabiendo que siempre nos aprovecha, aunque a veces nos distraigamos.

Este Cuerpo y esta Sangre se formaron en la Virgen María. De alguna manera misteriosa Ella también está presente en la Eucaristía.

.

viernes, 5 de junio de 2009

SANTÍSIMA TRINIDAD

Bendito sea Dios Padre, y su Hijo unigénito, y el Espíritu Santo, porque ha tenido misericordia de nosotros (Antífona de entrada).

Así hemos comenzado la Misa: alabando a Dios, que se abaja a querernos como somos, no como Él quiere que seamos. Tiene misericordia de nosotros, asume nuestra miseria, no sólo las cosas buenas que Él nos ha regalado.

LA ALEGRÍA DEL ENAMORADO

Ante el amor lo que te sale es cantar. Es como lo que le sucede a la gente que se enamora: cuando se ven correspondidos explotan de alegría.

Pues, nosotros, al ver el Amor tan grande de Dios, nos volvemos litúrgicos y repetimos lo que han dicho tantos santos durante siglos: A ti gloria y alabanza por los siglos.

Nos sale solo decir con el Aleluya de la Misa: Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Y con el salmo: Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad.

EL AMOR DE DIOS

San Juan nos dice en el Evangelio: tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en Él, sino que tengan vida eterna (Jn 3, 16-18).

¿Cómo nos podemos imaginar el amor que Dios nos tiene? ¿Cómo podríamos entenderlo?

El amor es tan fuerte que constituye una Persona: Dios Espíritu Santo. El amor entre un hombre y una mujer es tan fuerte que engendran vida.

También el amor de un padre y una madre representa el amor de Dios. Quizá el amor de madre es el amor más fuerte que se da en esta tierra. Puede ser el más parecido al que Dios nos tiene: porque Dios es Padre y Madre a la vez.

El Señor, como buen Padre, está con nosotros todos los días, no nos deja (cfr. Mt 28,16-20: Evangelio de la Misa).

Por eso entendemos que san Pablo diga que podemos llamar a Dios como llaman los niños judíos a sus padres: ¡Abba! (Padre) (Rm 8,14-17: Segunda lectura).

LA VIDA INTERIOR DE DIOS

La Iglesia nos lleva de la mano para que nos sorprendamos ante este admirable misterio. Tres personas en la más estrecha unidad. Tres personas que se relacionan en una comunión de Amor.

Una Trinidad de Personas que dan y reciben perfectamente durante toda la eternidad. Se quieren para siempre y mucho. Así es la vida interior de Dios.

Qué bien se entienden las palabras de Benedicto XVI cuando dice: Dios no es soledad infinita sino comunión de luz y amor.

Ante un Dios así caemos de rodillas y, la Iglesia, nos recomienda que repitamos una y otra vez: Tibi laus, Tibi gloria, Tibi gratiarum actio in saécula sempiterna. O Beata Trínitas!

Dios se realiza entregándose. A nosotros nos pasa lo mismo. Uno se realiza plenamente cuando se entrega, no cuando se afirma a sí mismo. Esa es la Trinidad, y esa es la vida nuestra.
.

miércoles, 27 de mayo de 2009

PENTECOSTÉS

El día de Pentecostés también se reunieron miles de personas en Jerusalén para celebrar la fiesta de la cosecha, que se tenía cincuenta días después de la Pascua.

Casi todos eran judíos nacidos y educados en países extranjeros; por eso hablaban lenguas distintas.

En ese día los discípulos del Señor estaban reunidos en un mismo lugar, unidos por el miedo, que es lo más penoso que puede unir. Y, de repente, llegó el Amor de Dios (cfr. Hch 2, 1-11: Primera lectura de la Misa).

«Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar» (Hch 2,4). Se llenaron del Espíritu Santo,que produce en el alma los efectos del vino y empezaron a hablar.

De esta manera pasaron aquellos primeros cristianos del miedo y de la tristeza a la ilusión, a la ilusión de la juventud, y así nació la Iglesia (cfr. Prefacio de la Misa de Pentecostés).

LOCUACES

Precisamente uno de los efectos del alcohol es transformar la realidad y hacerte más expansivo. Pues el Amor de Dios, el Espíritu Santo, es como el vino que enardece, ilusiona y nos hace hablar con el lenguaje que la gente entiende, el lenguaje del corazón.

UNA LENGUA ÚNICA

Todos recordamos cómo la civilización antigua levantó una torre que acabó separando a los hombres de Dios, y a los hombres entre sí, porque no hablaban el mismo lenguaje. Eso fue Babel, el orgullo que condujo a la separación.

Es lo contrario de Pentecostés. Porque el Amor de Dios no tiene barreras. Nos lleva a hablar en el lenguaje que todo el mundo entiende: el lenguaje del afecto, del amor.

Pero el lenguaje es un vehículo; lo importante es el contenido. El mensaje que nosotros tenemos que transmitir es que tanto amó Dios al mundo que nos entregó a su Hijo. Ésta es la maravilla de Dios (cfr. Hch 2, 11).

María está llena del Espíritu Santo. Ella nos lleva al Señor casi sin darnos cuenta. Con Ella el amor a Dios entra solo, como el buen vino, y va directo al corazón.

Ver homilía ampliada

domingo, 24 de mayo de 2009

EL OSCAR (LA ASCENSIÓN, CICLO B)

EL SEÑOR se encarnó para poder sufrir por nosotros. Porque Dios no podía sufrir, a menos que se hiciese hombre.

El día de la Ascensión (cfr. Hch 1, 1-11: Primera Lectura de la Misa) llegó Jesús a la Gloria y recibió todo el agradecimiento desbordante, que hasta entonces había estado conteniendo el Cielo.

EL PREMIO

El día que Jesús entró en el Cielo fue como una explosión de alegría. Como cuando llega la primavera, que parece que la naturaleza, de repente, despierta de golpe.

Se abren las flores y se llena el ambiente de aromas. Incluso la gente parece que tiene una alegría que no puede contener y hablan más. Están contentos casi sin esfuerzo.

La primera Navidad fue un día bonito para los hombres, pero Jesús tuvo que pasar frío.
Hoy el Señor también disfruta del momento. Es su día. El día de su Gloria. Dios Padre, que se deshace en cariño y ternura, por la obediencia y la humildad de su Hijo hecho hombre.

Y los Santos que estaban allí con una emoción impresionante: sobrecogidos por un Amor tan fuerte.

EL MEJOR TRABAJO

Un Amor más grande que el dolor y la muerte. El Señor ha transformado esos dos productos del infierno.

Dios, como hace siempre, del mal saca bien, y de un río de maldad saca un océano de cariño.

¡Qué alegría más grande tener un Dios tan bueno! Dice el salmo que el Señor «asciende entre aclamaciones ». Dan ganas de estar allí para aplaudir con fuerza (cfr. Sal 46, 2), en agradecimiento por todo lo que ha hecho Jesús por cada uno.

A LA ESPERA DE NUESTRO AÑO

Nosotros también somos hombres. Dentro de unos años llegará el momento de recibir el resultado del jurado por nuestra actuación en este escenario de la tierra.

Lo que más se valorará entonces será el cariño con que hayamos interpretado todo, y si hemos sido capaces de trasformar el mal en bien. Esta es la verdadera ciencia del artista.

El Señor recibió el día de la Ascensión el Óscar al mejor hombre que ha existido. Allí está desde entonces a la derecha de Dios Padre (cfr. Ef 1, 17-23: Segunda Lectura de la Misa). Y nos ha dejado aquí para continuar con su misión (cfr. Mc 16, 15-20: Evangelio de la Misa), que consiste en llevar el secreto de la felicidad a todas las gentes del mundo.

La que más se alegró de la Ascensión fue María. Por fin Jesús gozaba de toda su Gloria. Ella disfrutaría de un recibimiento parecido el día que subió al Cielo. Es la mejor entre todas las mujeres. Supo cumplir su misión. No era para menos, «la Astilla proviene de tal Palo».

FORO DE HOMILÍAS

Homilías breves predicables organizadas por tiempo litúrgico, temas, etc.... Muchas se encuentran ampliadas en el Foro de Meditaciones