La Virgen llamaba a su Hijo Yeshuá. Era el nombre de un general victorioso israelita, que significa Dios salva.
DIOS CURA
Isaías, uno de los principales profetas, anunció que, cuando llegara el Mesías, abriría los ojos de los ciegos y los oídos de los sordos (cfr. Is 35,4–7a: Primera lect de la Misa). En su vida Jesús hizo muchos milagros.
También hoy, miles de personas le piden cada día a Dios la curación de enfermedades: cáncer de hígados, leucemias... La gente ve al Señor como alguien que cura. Y es verdad, así es.
UN SORDOMUDO
Las curaciones son una señal de la presencia del Señor entre nosotros. Por eso, Jesús (Yeshuá) las hacía, y las sigue haciendo.
Al curar, manifiesta que Dios está como un Dios que salva. Una de las cosas más importantes del cristianismo es que es una religión de salvación.
Entre otros milagros, el Evangelio (de la Misa: cfr. Mc 7,31–37) nos habla de la curación de un sordomudo.
DIOS SALVA AL HOMBRE
La salvación que Dios viene a hacernos, no es solo del cuerpo, sino del hombre completo, con alma y con cuerpo. No viene solo a salvar sus ojos o sus oídos.
Las curaciones corporales son un signo del deseo de Dios por salvarnos enteramente.
ENFERMEDADES ESPIRITUALES
El hombre está hecho para amar y ser amado. Por eso, una de las enfermedades más graves que tiene el ser humano son las faltas de amor.
Santiago nos habla de las discriminaciones que hacían algunos de los primeros cristianos entre ricos y pobres (cfr. St 2,1–5: Segunda lectura de la Misa).
Cada uno de nosotros tiene sus propias enfermedades espirituales y corporales para pedirle al Señor que se las cure. Jesús es médico.
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