ECHAR CUENTAS Al ATARDECER
«El buen banquero diariamente, al anochecer, observa sus pérdidas y ganancias» (1).
Y nuestro negocio más importante es acercarnos más y más al Señor, y para eso también hay que echar cuentas. Esta es la advertencia que nos hace Jesús en el Evangelio de este domingo (2).
Si en los negocios humanos hacemos balances, también en los negocios de Dios hemos de hacer con profesionalizad nuestro examen de conciencia.
El examen de conciencia no es una simple reflexión sobre el propio comportamiento: es diálogo entre el alma y Dios.
Por eso, al iniciarlo debemos ponernos, en primer lugar, en presencia del Señor, como cuando hacemos un rato de oración. A veces nos bastará una breve oración. En ocasiones nos pueden servir las palabras con que aquel ciego de Jericó se dirigió a Jesús: ¡Señor, que vea! (3)
Es el amor a Dios el que nos mueve a examinarnos y es el amor el que da la agudeza para detectar aquellas cosas que no agradan a Dios.
Por eso lo más importante del examen es el dolor de amor. Si éste es sincero, haremos algunos propósitos (muchas veces uno sólo). Y como en todo negocio los propósitos deben ser concretos y quizá pequeños.
También veremos las buenas obras de ese día, y eso nos llevará a ser agradecidos con el Señor. Así podremos retirarnos a descansar con el alma llena de paz y de alegría. Y tendremos deseos de recomenzar al día siguiente el camino de amor a Dios y al prójimo.
(1) SAN JUAN CLIMACO, Escala del paraíso, 4.- (2) Lc 14, 28-32.- (3) Cfr. Mc 10, 51.-
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