domingo, 27 de noviembre de 2011

LA NOCHE EN VELA


La palabra adviento significa «venida». Durante este tiempo nos preparemos para la llegada del Señor.

Los cristianos de todos los tiempos han pedido: –Ven Señor, no tardes.

No sabemos cuándo vendrá Jesús y por eso tiene interés para nosotros seguir el consejo que él nos dio: «velad» ( Mc 13, 37).

Hay llegadas diarias del Señor, y esas son las que tenemos que vigilar que no se nos escapen.

Sobre todo llega en la Santa Misa: allí se hace presente con su cuerpo. Y se queda en el sagrario. Nos puede ayudar a prepararnos para la Comunión decirle: –¡Ven, Señor, Jesús, acompañado de tu madre!

Quizá hayamos tenido la experiencia (2) de lo que es caminar en la noche durante kilómetros, alargando la vista hacia una luz en la lejanía.

¡Qué difícil resulta apreciar en plena oscuridad las distancias!

Lo mismo puede haber un par de kilómetros hasta el lugar de nuestro destino, que unos pocos cientos de metros.

En esa situación se encontraban los profetas cuando miraban hacia adelante, en espera de la redención de su pueblo.

No podían decir, con una aproximación de cien años ni de quinientos, cuándo habría de venir el Mesías.

Sólo sabían que en algún momento la estirpe de David retoñaría de nuevo, que en alguna época se encontraría una llave que abriría las puertas de la cárcel;

que la luz que sólo se divisaba entonces como un punto débil en el horizonte se ensancharía al fin, hasta ser un día perfecto.

El pueblo de Dios debía estar a la espera.

Esta misma actitud de expectación desea la Iglesia que tengamos sus hijos en todos los momentos de nuestra vida.

Considera como una parte esencial de su misión hacer que sigamos mirando al futuro.

Cuando el Mesías llegó, pocos le esperaban realmente. Vino a los suyos, y los suyos no le recibieron (3).

Muchos de aquellos hombres se habían dormido para lo más esencial de sus vidas y de la vida del mundo.

Estad vigilantes, nos dice el Señor en el Evangelio de la Misa. Despertad, nos repetirá San Pablo (4).

La Iglesia nos alerta con cuatro semanas de antelación para que nos preparemos a celebrar de nuevo la Navidad

«Ven, Señor, y no tardes».

Preparemos el camino para el Señor que llegará pronto.

Cercana ya la Navidad de 1980, el Papa Juan Pablo II estuvo con más de dos mil niños en una parroquia romana.

Y comenzó la catequesis:

–¿Cómo os preparáis para la Navidad?

Con la oración, responden los chicos gritando. Bien, con la oración, les dice el Papa, pero también con la Confesión.

Tenéis que confesaros para acudir después a la Comunión.

¿Lo haréis?

Y los millares de chicos, más fuerte todavía, responden: ¡Lo haremos!

Sí, debéis hacerlo, les dice Juan Pablo II.

Y en voz más baja: El Papa también se confesará para recibir dignamente al Niño Dios.



(ADVIENTO-I DOMINGO CICLO B)

(1) Colecta de la Misa del día. - (2) Cfr. R. A. KNOX, Sermón sobre el Adviento, 21-XII-1947. - (3) Jn 1, 11. - (4) Cfr. Rom 13, 11. -

lunes, 7 de noviembre de 2011

UNA MUJER BUENA ES FÁCIL DE ENCONTRAR


El libro de los Proverbios alaba a una mujer que trabaja con profesionalidad: que actúa con previsión (Primera lectura: 31,10-13.19-20.30-31)

Una mujer buena es fácil de encontrar. Está en nuestra casa: la madre de cada uno de nosotros. Sabemos que nuestra vida corriente tiene mucha transcendencia: no da igual hacer una cosa o no hacerla. No da igual una chapuza que una obra bien acabada.

El Señor en el Evangelio habla de la fidelidad en lo poco, en lo cotidiano, en lo que podemos hacer, no en lo imaginario (cfr. Mt 25,14-30)

Si somos buenos en la vida diaria el Señor nos promete el cielo. Por eso no hay esperar cosas extraordinarias, que nos apartarían de lo verdaderamente importante.

Algunos cristianos de Tesalónica pensando que el Señor iba a volver pronto descuidaban el día a día. Y San Pablo les dice que la llegada del Señor no se sabe cuando será (1Ts 5,14-30: Segunda lectura de la Misa).

Lo que sí se sabe es que hay que darle valor al presente. Porque «el ahora» es lo que nos une a la eternidad.

La Virgen no hizo milagros pero, fue fiel al echarle sal al arroz y darle de comer a las gallinas.

Ella en la vida corriente estaba unida a Dios. Su único miedo era que algo le separa del Señor: este es el verdadero temor de Dios, que dice el salmo (127: Responsorial). María no cayó en el error de separar a Dios de la vida diaria.

Cuando estudiaba en la universidad, un profesor preguntó a las chicas que estaban en clase, sobre el significado del titulo de una revista, «Ama», que por entonces leían muchas españolas:

–«Ama», ¿viene de amar o de ama de casa?

No supimos responderle... Y da igual.

Por eso la Virgen cuando estaba en los detalles era el «ama». Y no es de extrañar que cuando el Señor inspiró el libro de los Proverbios, donde se habla de la mujer 10 pensaba en su Madre.

FORO DE HOMILÍAS

Homilías breves predicables organizadas por tiempo litúrgico, temas, etc.... Muchas se encuentran ampliadas en el Foro de Meditaciones