martes, 22 de septiembre de 2009

HARAMBE



EL CIELO EN LA TIERRA

El marxismo intentó hacer un cielo en la tierra y no lo consiguió. Para eso construyeron muros, que aislaban los «paraíso comunistas» del resto del mundo.

Los cristianos conseguiríamos que el cielo se hiciera presente en la tierra si viviéramos –todos a una– como nuestro Señor.

Por eso decía Juan Pablo II: construyamos puentes, no muros de separación.

TODOS A UNA
Porque la tendencia a ser exclusivistas, a separarnos, a ir por libre, está muy generalizada.
Inconscientemente, algunos piensan que el bien no es bien si lo hace otro. Y el mal no es tan malo si lo hago yo.
–¡Cómo va a ser pecado esto si lo he hecho yo!

MIRAR O AYUDAR
En esta tierra todo lo que hacemos influye en los demás.

Y lo que más desune, a veces, son los pensamientos y las críticas. Hay quienes van a un sitio y siempre ven lo negativo: las manchas.
Pero Jesús no vino a juzgar sino a ayudar. Y así también los cristianos.
Hay otra forma de vivir que es pasiva: mirar, solo mirar, e ir a lo nuestro.

SI NO ES MI ENEMIGO ES MI AMIGO.

Es curioso, pero la gente suele pensar que quien no es amigo es enemigo. Para el Señor es al revés: si no es mi enemigo, es mi amigo.
El Evangelio habla de un apóstol que se molestó porque uno, que no era discípulo del Jesús, hacía milagros (cfr. Evangelio de la Misa).
Eso también pasó siglos antes, cuando hubo quien se enfadó porque varias personas que no estaban con Moisés recibían dones especiales de Dios.
Y Moisés, con sentido común, se alegró de que alguien recibiera esas gracias del cielo. Por eso dijo: Ojalá todo el mundo profetizara. No había que desconcertarse porque otros hicieran el bien (cfr. Primera Lectura de la Misa).

SUPERGLÚ

La doctrina del cristiano es querer a todos. Por eso Jesús, en un momento importante, pidió que todos fueran uno.

El amor es lo que une de verdad a las personas. Lo demás, el interés o la pura amabilidad, pasan. La caridad cristiana es el mejor pegamento para estar unidos con los que nos entienden y con los que no.

TODOS A UNA

Si queremos hacer el cielo en la tierra, hemos de vivir la caridad que es lo que une.

En Kenia hay una palabra que expresa justamente esto, significa Todos a una. En suagili es Harambe. En castellano diríamos Fuenteovejuna.

lunes, 14 de septiembre de 2009

ACONCAGUA


DE ALTO RIESGO

Tengo un amigo alpinista que entre otras cosas ha escalado varios seis miles. Normalmente esto no se puede hacer en la vida diaria, en la que se sube sólo en ascensores.

Pero el que quiera ser cristiano de verdad también tendrá una existencia emocionante. Quizá se le acusará de llevar «una vida distinta a los demás», y para algunos resultará un personaje «incómodo» (Primera lectura: Sb 2,17-20).

EL ARNÉS DE DIOS

La vida cristiana es una aventura en la que vamos siempre asegurados por Dios. Dice el Salmo que «el Señor sostiene mi vida» (cfr. 53: responsorial de la Misa). Si vamos sujetos a Él no tenemos que preocuparnos.

EN LA ALTA MONTAÑA

En la alta montaña es muy peligroso funcionar por libre: no es del espíritu montañero ir cada uno a su bola, eso es para el tenis.

El Señor nos pide que nuestra actitud no sea la del que quiere hacer su voluntad a toda costa, sino la del que sirve a los demás, haciendo el querer del otro más que el nuestro (cfr. Evangelio de la Misa: Mc 9, 30-37).

PELEAS POR EL MANDO

Suele pasar en algunas excursiones de medio pelo, que la gente se suele enfadar porque algunos quieren que los demás sigan su plan.


Pero Jesús enseña a sus discípulos que quien quiera ser grande ha de adaptarse a los otros. En la vida diaria esto es heroico: es como una pequeña esclavitud.

ADAPTARSE A OTROS

Uno de los Apóstoles, Santiago, nos habla de cómo tiene que ser el corazón del cristiano: sin la codicia del que busca sus intereses por encima de todo (cfr. 3,16-4,3).

Para los que no siguen a Jesucristo cualquier medio es válido con tal de hacer lo que uno quiere, porque se consideran unos expertos.

Los cristianos, sin embargo, debemos considerarnos siempre principiantes, como niños.

SIEMPRE INEXPERTOS

Algunos toman esta actitud cristiana de considerar superiores a los demás como una debilidad o como una rareza.

Piensan que lo emocionante es mandar, gobernar, imponer, pero lo verdaderamente apasionante es querer a los demás.

Porque al final nuestro Aconcagua consiste en escalar la montaña que subió el Señor al dar la vida por los demás.

lunes, 7 de septiembre de 2009

¿POR QUÉ LA CRUZ? DOMINGO XXIV, CICLO B


INJURIAS AL REY
«Ofrecí la espalda a los que me apaleaban» (Primera lectura de la misa: Is 50,5–9a). Isaías con estas y otras palabras, profetizó lo que tendría que sufrir el Señor.
Normalmente a un rey se le debe respetar. Es delito injuriarle. Los judíos pensaban que al Mesías, su futuro rey humano, iba a hacerse respetar por todos. Pero Jesús no venía a ser rey mediante la honra, sino la deshonra.
En el Evangelio vemos cómo San Pedro tenía esa idea demasiado humana en la cabeza y Jesús tajantemente le corrige (cfr. Mc 8,27–35).

La fe de Pedro todavía era imperfecta porque no había asimilado la cruz. Y, por eso, el Señor le aclara: «el que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga».

LA IDEA QUE TENEMOS DE NUESTRA VIDA

Nosotros también pensamos como San Pedro que nuestra vida va bien cuando nos aprecian, cuando valoran lo que hacemos. Nos sentimos bien cuando nos halagan.
En definitiva, la idea de nuestra vida es triunfar, tener éxito, y si no llega, somos fracasados. Esto nos pasa, como a San Pedro, porque nuestra fe es imperfecta y no entendemos la cruz.

¿Y POR QUÉ LA CRUZ?
Somos cristianos. Lo nuestro es seguir a Jesucristo. Hemos venido, como él, a salvar a las almas.
Y lo haremos muriendo en la cruz. Si queremos seguirle tenemos que llevarla detrás del maestro. Por eso, no es de Dios lo que nos separa de este camino.
Como en el caso de Jesús, la cruz en nuestra vida siempre tiene una explicación. Hay que acudir al Señor para que nos abra la inteligencia y nos haga ver su sentido.
Santiago dice que nuestra fe no puede ser teórica, sino que tiene que estar pegada a la realidad. Y la realidad es que la cruz se da en nuestra vida. Hay que utilizarla.
Como esto es difícil de entender y de llevar a la práctica hemos de pedirlo. Esto es lo que experimentaban los santos en las contrariedades, que el Señor venía en su ayuda cuando rezaban. Por eso dice el salmista: «estando yo sin fuerza, me salvó» (Sal 114: responsorial).

Como experimentó Jesús, la Virgen no nos dejará cuando caminemos con la cruz a cuestas. Ella es la madre del crucificado.

FORO DE HOMILÍAS

Homilías breves predicables organizadas por tiempo litúrgico, temas, etc.... Muchas se encuentran ampliadas en el Foro de Meditaciones