martes, 17 de diciembre de 2019

LA DECISIÓN





La vida consiste en tomar decisiones

Ya desde niños vamos ya tomando decisiones: comernos la verdura, levantarnos puntualmente, poner la mesa... ir a ver a la abuela aunque no nos dé dinero. Decisiones pequeñas pero que van haciéndonos por dentro de una forma o de otra.

Desde luego el que se equivoca en el matrimonio, a la hora de elegir el compañero para toda la vida, falla en un asunto transcendente. El que yerra en el casar, ya no tiene en qué errar, dice el refrán, porque si se ha equivocado en esto, lo demás ya no importa demasiado.

Y a lo largo de nuestra vida hemos tomando muchas decisiones: cuando son correctas tienen la cualidad de aumentarnos la felicidad. Acertar en la profesión, en el matrimonio es importante. Pero son las buenas decisiones en lo pequeño las que se convertirán en hábitos positivos para acertar también en las importantes.

Nuestras decisiones nos cambian: uno se hace así mismo según las que va tomando, y la intimidad con Dios nos facilita acertar en las correctas. En el Antiguo Testamento a las personas que tenían amistad con el Señor –y Él las orientaba– se les llamaba "justos". Sus decisiones, al ser tomadas en la presencia de Dios, eran acertadas, y conseguían mejorarlos, llevar una vida buena, hacerlos felices.

El Papa Francisco (cfr. VIS 7 mayo 2014) ha hablado sobre el don de consejo con el Espíritu Santo nos capacita para tomar decisiones concretas siguiendo la lógica de Dios.

El Espíritu nos ayuda a no caer en el egoísmo ni en nuestra forma de ver las cosas. ''La condición esencial para conservar este don es la oración'' ha dicho Francisco, explicando que todos podemos rezar las oraciones que hemos aprendido de pequeños, pero también dirigirnos a Dios con nuestras palabras: ''Señor, ayúdame, aconséjame: ¿Qué tengo que hacer ahora?"

''En la intimidad con Dios y escuchando su palabra, dejamos de lado, poco a poco, nuestra lógica personal..." Y en nosotros madura una sintonía con el Señor que nos lleva, a preguntarnos cual es su voluntad. Es Dios el que nos aconseja, pero nosotros tenemos que dejarle espacio para que lo haga. Dar espacio y rezar para que nos ayude siempre''.

El Papa cita el Salmo 16 que dice: "Yahvé me aconseja; aún de noche me instruye interiormente".

La decisión de San José

José en su vida tomó decisiones importantes. San Mateo nos cuenta los primeros momentos de la vida de Jesús desde el punto de vista de san José.

Dicen que las cosas que de verdad nos preocupan son las que están en el ámbito de nuestra influencia. Nos afecta más la boda de una hermana que la situación política internacional. Aunque esto último tenga más transcendencia, a muy pocos le quita el sueño si están alejados del conflicto. Nadie en España pregunta en el desayuno: –Papá, ¿que te parece que hagamos con lo de Ucrania?

En el caso de José estos acontecimientos le afectaron muchísimo pues se trataba de su propia boda. Además había un asunto de más trascendencia, que tenía que ver con  Dios, con su país, con su familia, y sobre todo con él mismo.

Los preparativos de una boda suelen ser bastante laboriosos y largos. Preparar la casa y la celebración, teniendo pocos recursos, requiere tiempo. Mateo nos dice en primer lugar que María era prometida de José. Según el derecho judío –entonces vigente– María podía ser llamada ya la mujer de José, aunque aún no se había producido el acto de recibirla en casa, que iniciaba la vida matrimonial.

Como dice Benedicto XVI, José ha de suponer que María había roto el compromiso y –según la ley– debe abandonarla. Pero podía elegir entre hacerlo públicamente o de forma privada: puede llevar a María ante un tribunal o entregarle una carta privada de repudio. José escoge el segundo procedimiento para no «denunciarla» (Mt 1,19). En esa decisión, san Mateo ve un signo de que José era un «hombre justo» (cfr. Jesús de Nazaret, p. )

Un hombre justo

Que a José se le llame "justo" (zaddik) no es solo por la decisión que tomó en un momento. Pues como ocurre también con otras grandes figuras de la Antigua Alianza a las que se da ese título se le llama así por el conjunto de una vida.

Después de lo que José había descubierto, trató de interpretar y aplicar la ley de modo "justo". Él lo hizo con amor, por eso no quiso exponer públicamente a María a la vergüenza pública. La amaba incluso en el momento de la gran desilusión. Porque José busca la forma de unir la ley y el amor.

Está claro que ante un asunto imprevisto y que nos parece humillante la solución es consultar a Dios, para que nuestras decisiones no puedan volvernos malos. Para entender necesitamos la fe. Los santos se fiaban del Señor pues los mayores regalos nos los envía envueltos en papel cruz. Porque ya sabemos como termina esta historia.

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–Primera lectura:
Mirad: la virgen está en cinta.
Is 7, 10-14

–Segunda lectura:
Jesucristo, de la estirpe de David, Hijo de Dios.
Rom 1, 18-24

–Evangelio:
Jesús nacerá de María, desposada con José, hijo de David.
Mt 1, 18-24

viernes, 13 de diciembre de 2019

EL DESCONCIERTO DE UN SANTO



El nuevo Elías

El Señor dijo que Juan el Bautista era el nuevo Elías. También Juan, lo mismo que el otro Elías, pensaba que el pueblo de Israel tenía una gran importancia.

Fue enviado para predicar la conversión de ese pueblo, diciendo que el Reino de Dios estaba cerca.

La misión de Juan el Bautista tuvo un clamoroso éxito mediático. Miles de personas le siguieron al desierto.

Pero se equivocó al creer que ese Reino iba a ser el triunfo visible de los judíos sobre todos sus enemigos.

Él pensaba que para la conversión de la nación judía era de suma importancia que el cambio se produjera también en los gobernantes, porque eran los más influyentes políticamente hablando. Para eso, era muy importante que el rey Herodes se convirtiera.

Precisamente quien tenía trabajar en su conversión era él, Juan el Bautista, aclamado por todo el mundo como profeta, y por eso tenía una autoridad moral fuera de lo común. Lo intentó. La realidad es que Juan el Bautista acabó encerrado en un calabozo.

Dios quería otra cosa

No es extraño que Juan se desconcertara, y que mandase preguntar al a Jesús qué significaba todo lo que estaba ocurriendo.

Entonces a través de sus discípulos le envía el siguiente mensaje: –«¿Eres tú el que ha de venir o esperamos a otro?» (Mt 11,3).

Lo mismo tenemos que hacer nosotros cuando nos desconcertamos: ir al Señor y preguntarle en la oración.

Y al pueblo judío, que el Bautista pensaba que triunfaría en el mundo, le ocurrió que lo invadieron sus enemigos. Cuarenta años después, vino Vespasiano, gobernador de Siria, y los arrasó.

Lo mismo que ocurrió en la época de Elías, en que también el pueblo de Israel fue conquistado por la autoridad siria.

Pero, aunque lo que pensaba Juan el Bautista fracasó, Dios preparaba entre el pueblo de Israel un pequeño grupo fiel, que había de formar el núcleo de la Iglesia Universal.

Lo que la historia de estos santos nos enseña es que es muy difícil saber lo que nos conviene. Esta es la tragedia de nuestra oración.

La respuesta de Jesús

Por eso Santiago nos aconseja que tengamos paciencia. Teresa de Jesús decía que esa virtud todo lo alcanza, y si estamos con el Señor nada debe asustarnos, porque con Él lo tenemos todo: “Solo Dios basta”.

Jesús da como respuesta, a los discípulos que vienen de parte de Juan, que los ciegos ven, los cojos andan, los mudos hablan... Que se estaba cumpliendo así la profecía de Isaías sobre los tiempos del Mesías.

A pesar de estar en la cárcel, Juan el Bautista debe alegrarse, porque su misión se ha cumplido. Preparó la llegada de Jesús y el reino de Dios ya estaba en medio de nosotros.

FORO DE HOMILÍAS

Homilías breves predicables organizadas por tiempo litúrgico, temas, etc.... Muchas se encuentran ampliadas en el Foro de Meditaciones