viernes, 31 de julio de 2020

EL CATERING

Los judíos tenían fama de trabajadores, hábiles para las finanzas, y amigos del ahorro.

Por eso que diga el profeta Isaías que comerían sin pagar, era la señal más clara para indicarles que había llegado el tiempo mesiánico (cfr. Is 55,1-3: Primera lectura de la Misa). Y efectivamente en el Evangelio se nos cuenta como Jesús, el Mesías anunciado por los Profetas dio de comer a más de cinco mil personas (cfr. Mt 14,13-21: Evangelio de la Misa). Y podríamos decir que con la distribución de esos bocadillos –seguramente de sardinas– se inauguraría el primer y más espectacular catering de la historia. 

Como se lee en el Salmo (144,16: Responsorial de la Misa) el Señor abre su mano y nos sacia. Pero no sólo de cosas espirituales. 

Muchos de los milagros que hizo Jesús eran materiales. Porque es el Dueño de todo, también de la materia. Por eso cuando Dios no envía cosas materiales buenas es porque nos quiere. Y cuando nos encontramos en la escasez, quizá es porque quiere que demostremos que le queremos a Él. 

Ya lo decía San Pablo: ninguna cosa puede separarnos del amor de Cristo: ni el hambre, ni la desnudez. Y podemos añadir: ni tampoco la crisis (cfr. Rm 8,35.37-39). Porque Dios para hacernos felices es capaz de inventar lo que sea, y además gratis. 

Por eso cuando en la vida nos lleguen los momentos difíciles, podemos pensar que es, precisamente entonces, cuando estamos saciando el hambre que Dios tiene de nuestro amor: es el momento de nuestro catering.

sábado, 25 de julio de 2020

EL CAMINO DE SANTIAGO

Como se lee en el libro de los hechos de los apóstoles (12, 2: Primera lectura de la Misa) el camino de Santiago fue un camino de martirio. Su vida cristiana no fue una excursión, sino una novela de aventuras.

Era uno de los amigos íntimos de Dios, y en esta tierra selló esa amistad dando la vida por el Señor (cfr. Antífona de Comunión).

Por el Evangelio (cfr. Mt 20,20-20) sabemos que Jesús le había preguntado si podría beber el cáliz de la pasión. Él dijo que sí, pero quizá no era muy consciente de lo que decía.

En alguna ocasión me he preguntado – escribió San Josemaría– qué martirio es mayor: el del que recibe la muerte por la fe, de manos de los enemigos de Dios; o el del que gasta sus años trabajando sin otra mira que servir a la Iglesia y a las almas, y envejece sonriendo, y pasa inadvertido...
Para mí, el martirio sin espectáculo es más heroico... Ese es el camino tuyo. (Vía Crucis, VII estación).

Santiago y su hermano querían ser los primeros en Reino del Mesías, y como buenos gallegos no lo pidieron directamente, sino a través de su madre.

Efectivamente los primeros puestos estaban ya adjudicados. No hay que ser muy inteligentes para saber que a la derecha estaría la Virgen y a la izquierda san José.

De todas formas el Señor aprovecha esta anécdota, para hablarles de que los que quieran ser los primeros tienen que servir no mandar: así fue la Vida de María y del Santo Patriarca.

Sabemos que en Zaragoza, Santiago se vino a bajo por la tozudez de los hispanos de aquella región. Tuvo que venir la Virgen para animarle.

sábado, 18 de julio de 2020

EFECTOS COLATERALES


Los colaboradores de Dios, primero se quedan dormidos, y luego quieren resolver el problema drásticamente (Cfr Evangelio de la Misa: Mt 13,24-43).

Así somos a veces: primero pereza y falta de vigilancia, y después nos entra la ira disfrazada de celo.

Dios sin embargo actúa de otra forma: su arma secreta siempre es la misericordia. Y esa se la enseña a su amigos (Cfr. Aleluya de la Misa: Mt 11,25).

Dios es bueno, y lo primero que tiene en cuenta es que ninguno de sus hijos sufra injustamente. El Señor no quiere imponer su voluntad de forma agresiva, también tiene en cuenta los efectos colaterales. (Cfr. Salmo Responsorial: 85).

Su táctica no consiste en desarraigar el mal sin más, sino que tiene muy en cuenta el modo. Como han dicho los santos: todo por amor, nada por la fuerza.

Porque el Señor no busca un enfrentamiento, sino la conversión (cfr. Primera Lectura de la Misa: Sb 12,13.16-19).

San Josemaría decía que los cristianos hemos de ahogar el mal en abundancia de bien. Esto es lo que hizo María de forma discreta. Porque las madres son especialistas en corregir, evitando los efectos colaterales: saben amar.

sábado, 11 de julio de 2020

PAROLE



Palabras, palabras, palabras, así dice la letra de una canción italiana. Y así decimos cuando las palabras sólo significan sonidos de poco valor.

Sin embargo hay otras palabras que se clavan como puñales, para bien o para mal. Unas son las palabras de amor sinceras y bellas, y otras son flechas envenenadas.

Pero de Dios sólo nos pueden venir palabras sinceras y buenas, porque Él es bueno. Y si hieren, es porque estamos enfermos, y ellas nos pueden sanar (cfr. Primera lectura de la Misa: Is 55,10-11).

Por eso cuando la palabra de Dios cae en buena tierra siempre da fruto (cfr. Respuesta del Salmo de la Misa: Lc 8,8).

Aunque el fruto de nuestra conversión, no se da sin esfuerzo. En esta tierra la semilla tiene que morir para que dé fruto .

La palabra de Dios no se siembra sin esfuerzo, ni da fruto sin sufrimiento. San Pablo habla de dolores de parto, hasta que nos transformemos, hasta que nos convirtamos en otra criatura (cfr. Segunda Lectura de la Misa: Rom 8,18-23).

Además para que haya fruto la tierra tiene que ser buena. Esta es nuestra misión: conseguir que nuestro corazón este preparado (cfr Evangelio de la Misa: 13,1-23).

La tierra de nuestro corazón puede estar llena de piedras que hace que no arraigue la palabra de Dios cuando hay dificultades. Pero las verdaderas dificultades están dentro, no fuera de nosotros.

También están las zarzas de las preocupaciones excesivas por lo material, que ahogan la voz de Dios.

Y también la superficialidad, porque nuestro corazón se ha convertido en un lugar de paso, un camino que puede transitar cualquier idea. La palabra de Dios no arraiga en un alma de portera. Esto es un modo de decir, porque las porteras suelen parar muchas goles, que quiere colarnos los intrusos.

Todo lo que nos cuenta nuestro Señor en el Evangelio puede resultar interesante, pero sonarnos como palabras bonitas: parole, parole, parole, que dice la canción.

Pero no olvidemos que son palabras de honor, puesto que nuestro señor murió por mantenerlas. Así fue, la Palabra de Dios murió crucificada. Pero resucitó. La semilla tuvo que morir para dar fruto.

domingo, 5 de julio de 2020

LOS SECRETOS DEL REINO



Jesús es Rey (cfr. Salmo responsorial: 144). Pero de un Reino especial, que tiene sus secretos.

Los reinos de este mundo nos hablan de poder. Cuando uno manda se dice que es Rey: los Reyes del petróleo, el Rey de la tierra batida es el número uno en el tenis. Un rey manda en su parcela de poder: por eso se habla del rey del cuadrilátero.

Sin embargo el reino de Jesucristo es distinto: no se caracteriza por el mando sino por la mansedumbre. Dios es un rey que no se enfada, que no quiere imponer su autoridad, ni siquiera nos obliga a quererle.

Su reinado se basa en la libertad. Dios no quiere siervos sino hijos, que hacen la voluntad de su padre porque les da la real gana.

Por eso la Sagrada Escritura nos habla de un rey que no viene montado en una lujosa carroza, sino que su trono es un borriquillo manso (cfr. Primera lectura de la Misa: Za 9,9-10).

Y precisamente son la gente de corazón sencillo los que entienden «los secretos» de este reino especial (Evangelio: Mt 11,25).

Los sencillos de corazón son los que no tienen el corazón dividido. Los que no intentan servir a Dios haciéndolo compatible con otros reinados.

Eso se sabe porque el reinado de Jesús en el alma da paz: el Amor de Dios llena el corazón (cfr. Segunda lectura: Rom 8,9.11-13).

Y entonces se quiere incluso a los enemigos. Y nadie en la tierra nos puede hacer malos y así somos realmente libres, como reyes verdaderos. Como Dios, que no nos quiere porque nosotros seamos buenos, sino porque Él es bueno

FORO DE HOMILÍAS

Homilías breves predicables organizadas por tiempo litúrgico, temas, etc.... Muchas se encuentran ampliadas en el Foro de Meditaciones