jueves, 22 de noviembre de 2007

XXXIV DOMINGO CICLO C

UN REY COMPAÑERO DE UN LADRÓN

Un ladrón fue el primero en reconocer la realeza de Jesús (1). El título que para muchos fue motivo de escándalo será la salvación de ese maleante.

Aunque las fiestas de Epifanía, Pascua y Ascensión son también de Cristo Rey, la de hoy fue especialmente instituida para mostrar a Jesús como el único soberano, ante una sociedad que parece querer vivir de espaldas a Dios (2).

Cristo Rey, que vino a establecer su reinado, no con la fuerza de un conquistador, sino con la bondad y mansedumbre de un pastor, como hizo su antepasado David (3).

El Señor es un pastor que busca a los hombres alejados por el pecado. Y cura nuestras heridas. Tanto nos quiere que es capaz de dar la vida por nuestra salvación.

La fiesta de hoy es como un adelanto de la segunda venida de Cristo, que llegará con la pompa y ceremonia de un Rey.

Pero es a la vez una llamada para que los que seguimos a este Soberano impregnemos, lo que nos rodea del espíritu amable de Cristo.

María, la Madre de nuestro Rey, con su oración consigue que se convirtiera el ladrón, que se fue al cielo antes que Ella.

Intentemos nosotros robar el corazón de Cristo diciéndole en la Misa: acuérdate de mi ahora que estás en tu reino.



(1) Evangelio de la Misa: Lc 23, 35-43
(2) Institución de la Solemnidad por Pio XI
(3) Primera Lectura: 2S 5, 1-3

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