miércoles, 14 de noviembre de 2007

XXXIII DOMINGO CICLO C

MALAQUÍAS Y EL MICROONDAS

El profeta Malaquías (1) nos habla de los últimos tiempos de la humanidad: Mirad que llega el día, ardiente como un horno... Y Jesús nos recuerda (2) que hemos de estar alerta ante ese día de su llegada al fin del mundo, y nos dice: Cuidado que nadie os engañe...

Sucedió que algunos de los primeros cristianos pensaron que esta segunda venida del Señor iba a ser inminente, y por eso descuidaron su trabajo.

Sacaron la conclusión de que, al estar Jesús próximo en llegar, no valía la pena meterse en ningún montaje de la tierra. Por eso, San Pablo les llamó la atención (3), diciéndoles que el que no trabaje, que no coma.

Y es que la vida es corta y debemos aprovechar el tiempo para hacer cosas por Dios. La eternidad es muy valiosa y la pagamos con la moneda del tiempo.

Todavía sigue habiendo gente que piensa que para ser buenos cristianos basta con rezar, sin que la oraciones conecten con la vida corriente.

Incluso algunos piensan que las cosas que tenemos entre manos puede ser un obstáculo para encontrar a Dios (4).

Efectivamente la llegada del Señor está próxima, y tan cerca que puede ser que no nos hayamos dado cuenta de que ya ha venido, que lo tenemos a nuestro lado.

Jesús está mirando cuando escribimos un mail, cuando cogemos el móvil, cuando llevamos prisa, o se nos pierden las llaves.

Así fue la vida de la Virgen. Tanto desear encontrar al Señor, que lo tuvo en su propia casa. Se lo encontraba en la cocina, en la paciencia de calentar la leche, porque aunque había llegado el Señor todavía no el microondas.




(1) Primera lectura: Mal 4, 1-2.- (2) Evangelio de la Misa: Lc 21, 5-19.- (3) Segunda lectura de la Misa: 2 Tes 3, 7-12.- (11) Cfr. J. L. ILLANES, La santificación del trabajo, Palabra, p. 44 ss.

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