Un conocido desconocido
Al oír a Jesús sus paisanos se
asustan... Y entre sus oyentes el miedo se transformará en oposición (Mc
6,3), tanto es así que intentan despeñarlo por un barranco (cf. Lc
4,29).
Los de su pueblo sabían que Jesús era
uno como ellos, pero curiosamente alardeaba de ser algo grande.
La gente de Nazaret no salía de su
asombro, decían algo así como: ¿Pero este quien se ha creído que es? Está convencido
de que es el gran Profeta esperado.
La
encuesta
Lo cierto es que en aquella época Jesús
era conocido y a la vez desconocido. Igual que hoy. Hay personas que pueden
haber oído hablar de Jesús durante años y no conocerlo realmente (cf. Mc
6,2).
En la actualidad podríamos hacer la
misma encuesta que hizo Jesús hizo a sus discípulos: ¿Quién dice la gente
que soy yo?... Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? (Mc
8,27ss).
Es el Mesías, el Ungido,
Dios mismo
En la sinagoga de Nazaret, Jesús no
predica como lo hacía todo el mundo,
sino que dice, nada menos que lo que acaba de leer –no existe la casualidad– está escrito refiriendo a Él (cf. Lc
4,21).
¿Quién es Jesús? Lo que pretenden los
cuatro Evangelios es contestar esta pregunta.
Pero los Evangelios fueron escritos
hace muchos siglos. No es fácil captar su significado leyéndolos simplemente. ¿Cómo
podemos entenderlos si nadie nos los explica?
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