La gente poco cristiana piensa que Dios es tan bueno que permite todo. Que da igual lo que se haga, porque la bondad de Dios es infinitamente blandengue.
Sin embargo hay cristianos cumplidores que piensan que el Señor es tan justo, que da miedo. Les asustaría encontrarse con Dios, porque lo imaginan temible: un «Ser tan Perfecto», que no admite fallos.
Esas buenas personas, al pensar en Dios, lo ven como un ser duro, que «no pasa una». Lo consideran como un padre rígido, serio, justo: como si el cielo fuese una academia militar de la antigua Prusia.
Efectivamente el Señor nos propone a todos los cristianos, que seamos perfectos. Pero esto no quiere decir que Jesús nos proponga que no tengamos fallos. Tener fallos es lo normal. Es muy humano ser tentado.
El Señor dice: «sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto» (Mt 5, 48). Hay que ser santos de la forma que Dios es santo.
Jesús aclara: «sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso» (Lc 6,36). Así es Dios, y esta es nuestra meta.
Dios es misericordioso: carga con nuestra miseria para quitárnosla. Dios es un buen samaritano, que hace bien a sus amigos y a sus enemigos. Personalmente Dios no tiene enemigos, pero hay gente que va contra Él.
Nadie tiene la capacidad de «hacernos malos» si nosotros no queremos. A Dios nadie puede "hacer malo". Incluso los que van contra Él, acaban demostrando que el Señor es bueno.
Jesús decía que nuestro Padre Dios hace salir el sol para todos (cfr. Mt 5, 45). Así debe ser el cristiano que aspira a la santidad: una persona con defectos, pero que sabe querer a todos, con las miserias que ellos tengan.
A nosotros, muchas veces nos cuesta actuar así, pero no a Dios, que es mas humano que nosotros. El nos ayudará si se lo pedimos a través del corazón misericordioso de su Madre.
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