Lo lógico hubiera sido pensar que el Señor resucitaría. Pero eso no ocurrió. Como nos dice el Evangelio (de la Misa de hoy: Jn 20, 1-9) los discípulos de Jesús no pensaban en esa posibilidad.
Hay gente que escribe que la resurrección no es un hecho verdadero, sino que surgió de los primeros cristianos.
Pero lo que escriben esto no ponen su fundamento en el Evangelio, sino en su falta de fe.
Esos llamados teólogos, igual que los primeros discípulos, tampoco creen. Pero ya se encontrarán al Señor resucitado, a la vuelta de su vida, o de su muerte.
Por nuestra parte, aunque no nos llamemos teólogos preferimos ser marianos, y seguir el ejemplo de la Virgen. Ella mantuvo la fe de la Iglesia en esas horas difíciles.
Hay personas que hablan de la fe del carbonero: del que cree porque su familia era creyente, pero sin preguntarse por más. Es una fe que cada vez se da menos.
Efectivamente ya no van quedando carboneros. Porque esos, que creían si fundamento, acaban creyendo en unas cosas si y en otras no. En definitiva no creen. Pues el motivo de su fe son motivos personales, como la fe de los primeros discípulos aquel sábado santo.
El Papa explica que ahora estamos en la historia en un gran sábado santo, lleno de gente buena pero incrédula.
En este domingo de Resurrección, pedirle al Señor la fe de San José, la fe del carpintero, que no vio milagros pero que sirvió a Jesús y a su Madre, como queremos hacer nosotros, en la vida corriente.
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