martes, 4 de diciembre de 2007

PREPARAR EL CAMINO

Mira al Señor que viene (1). Estamos en Adviento, en la espera. Y la Iglesia propone a nuestra meditación la figura de Juan el Bautista (2).

La vida de Juan tuvo una misión: su vocación tendrá como fin prepararle a Jesús un pueblo capaz de recibirle.

Y para eso Juan no hará su labor buscando una realización personal. Sino que hará eficazmente su cometido.

Sus mejores discípulos serán los que sigan, por indicación suya, al Maestro en el comienzo de su vida pública.

Cada hombre tiene una vocación dada por Dios, y de su cumplimiento dependen cosas importantes.

Mira al Señor que viene... Juan sabe que Dios prepara algo muy grande, y que él debe ser instrumento. Nosotros ahora sabemos más de lo que el Bautista sabía.

Nosotros conocemos a Cristo y a su Iglesia, tenemos los sacramentos, la doctrina perfectamente señalada...

Sabemos que el mundo necesita de Cristo Es misión nuestra señalar a otros el camino. «Hemos de conducirnos de tal manera, que los demás puedan decir, al vernos: éste es cristiano, porque no odia, porque sabe comprender, porque no es fanático, porque está por encima de los instintos, porque es sacrificado, porque manifiesta sentimientos de paz, porque ama» (3).

Con el ejemplo y con la oración debemos llegar incluso hasta aquellos con quienes no tenemos ocasión de hablar.

La Reina de los Apóstoles aumentará nuestra ilusión y esfuerzo por acercar almas a su Hijo, con la seguridad de que ningún esfuerzo es vano ante Él (4).

(1) Antífona de entrada de la Misa, cfr. Is 30, 19-30.- (2) Evangelio de la Misa: Mt 3, 1-12.- (3) J. ESCRIVA DE BALAGUER, Es Cristo que pasa, 122. (2) Cfr. dia correspondiente en F. FERNÁNDEZ CARVAJAL, Hablar con Dios.

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