lunes, 17 de mayo de 2010

FIRE!!

Los Apóstoles «se llenaron del Espíritu Santo y empezaron a hablar». Esto es así porque cuando nos inunda el Amor necesitamos comunicar las «maravillas de Dios» (cfr. Hch 2,1-11).

El Amor no es nunca mudo. El que no habla de Dios es que no tiene la fuerza de su Espíritu. El Amor de Dios –que el cristiano debe llevar dentro– es lengua y fuego.

El Señor quiere salvarnos y envía su Espíritu (cfr. Sal 103) para que incendie el mundo. El egoísmo también quema, pero es como el infierno, frío y distante: nada comunicativo.

El Amor de Dios no se para ante nada, es fuego que no hace distinciones. Aúna todo, porque para el Amor la diversidad no es contrariedad. Lo que es distinto enriquece al conjunto (cfr. 1 Cor 12, 3s). En una familia el cariño de padre hace que seamos iguales y diferentes. Para Dios todos somos gemelos.

Como ha dicho el poeta: «El Amor es el Alma de la Iglesia. Es Viento que borra los pecados de la Tierra. Es Rocío que hasta el polvo del camino convierte en primavera».

Por eso murió Jesús para que recibiéramos el Espíritu Santo, y lo contagiáramos (cfr. Jn 20, 19-20). La felicidad no puede ser sólo para nosotros, hay que radiarla, como se cantan los goles de un partido.

No hay comentarios:

FORO DE HOMILÍAS

Homilías breves predicables organizadas por tiempo litúrgico, temas, etc.... Muchas se encuentran ampliadas en el Foro de Meditaciones