Como escribió san Juan: Dios es amor. Los cristianos podemos decir que hemos conocido y creído en el amor que Dios nos tiene (1Jn 4, 16). Así puede expresar el cristiano la opción fundamental de su vida: nosotros hemos elegido el Amor de Dios.
También los ángeles decidieron libremente. Y ahora nos toca a nosotros tomar partido. Pero al ser hombres, nuestra decisión se hace realidad en el tiempo.
En la vida realizamos una opción fundamental, que no es solo fruto de un momento, sino que se va haciendo realidad cada día, y que se concreta en una entrega del alma y también del cuerpo.
Por eso, nuestra decisión en el terreno de la materia, no solo puede consistir en cumplir el “sexo” mandamiento. Aunque haya gente focalizada mentalmente en ese monotema, y no sepan hablar más que de “eso”. Y llenen de contenido sensual las redes sociales, porque saben que el instinto básico y sus más de 50 sombras dan dinero.
Nuestra respuesta no puede concretarse en el “no”. Es mucho más, una respuesta “afirmativa” a la elección que el Señor nos ha hecho, y nos sigue haciendo: nuestra meta es responder al Amor.
Somos rebeldes, personas que no quieren que la carne se convierta en “carroña”. Nos oponemos a que una parte de nuestro ser sea utilizada en contra de nuestra persona. Nada ni nadie puede tratarnos como objeto de mercado. Porque lo más sagrado que tenemos, el “fuego de los dioses”, el Amor, es lo que el enemigo intenta robarnos.
Pero los hombres no podemos amar solamente con el espíritu, sino que necesitamos la complementariedad del cuerpo. Y también es cierto que el hombre que ama de verdad, no solo ama con su cuerpo, sino sobre todo con el espíritu.
Por el contrario, el demonio intenta enarbolar la bandera del amor, porque eso vende. Y además sabe de amor porque está enamorado, pero de sí mismo.
El engaño de Satán, consiste en que confundamos el amor con el sexo, porque él sabe que esa parte de nuestro ser material, estaba pensada por el Creador para estar unida al espíritu.
Por eso, es fácil hacer creer al hombre, que la satisfacción que da la complementariedad proviene solo del sexo. Y como en toda tentación, el demonio quiere debilitar el alma, haciendo que busquemos el sexo antes que el amor.
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