viernes, 9 de marzo de 2012

BODA EN LA ACB. María Julia Guardiola y Gonzalo Sánchez


El matrimonio es como el básquet
La vida nuestra en la tierra San Pablo la compara con el deporte. Por eso no parece muy descabellado pensar que el matrimonio es como un partido de baloncesto. Uno que no sea deportista, podría pensar que es muy cansado moverse por la cancha, pasar el balón, o intentar hacer una canasta. Indudablemente el baloncesto es movido, y a veces cansa, pero es mejor jugar que estar en el banquillo.

Acabamos de escuchar en la carta a los Efesios (cf. 5,  25-32) que San Pablo nos habla de entrega, porque la esencia del matrimonio es la entregaY esto es lo que ocurre en cualquier equipo. El egoísmo es frustrante. Y los matrimonios que triunfan es porque se piensa más en el otro que en uno mismo.

No solo se respetan la manera de ser de los demás, sino que se fomenta. Así funciona un equipo. Todos no puede jugar de aleros. Cada uno tiene que jugar en su puesto. Pero aunque sea verdad que el matrimonio es un deporte, no se juega «contra» el otro, sino «con» el otro. En este caso Gonzalo es «el pivot», y María Julia «la base».


La base y el pivot
Y no lo digo por la altura, indudablemente Gonzalo es más alto, sino por muchas veces la mujer es la que da el juego en una familia. Lo vemos en el Evangelio cómo es María la que distribuye el juego (cf. Jn 2, 1-11). Y consigue que Jesús enceste, en este caso de forma milagrosa en una tinaja.

Quizá alguno puede pensar que comparar matrimonio con el baloncesto es poco adecuado, que sería más correcto hablar de un partido de dobles en tenis. Pero esa comparación parece problemática porque el matrimonio está pensado para que no jueguen solo dos. Por eso habla el Señor en el Génesis, que no solo jueguen Adán y Eva, sino que el equipo debe ser mayor (Gn 1, 26-28s). Hay que contar con los hijos, que también son piezas fundamentales, que irán llegando al banquillo para jugar cuando les toque.

La jugada de Dios
Acabamos de escuchar que en una boda, Jesús adelantó simbólicamente su «glorificación» en la cruz, porque su Madre se lo pidió. María, lo mismo que Julia –la Madre de la novia– están también hoy, aquí presentes. Y en aquella boda, porque se lo pidió su Madre, Jesús hizo su primer milagro.

Dios hace todo a lo grande, se excede por amor que nos tiene. Y como en su muerte iba derrochar su sangre, en Caná de Galilea, realiza un «adelanto», y va a convertir una cantidad enorme de agua en vino: unos 520 litros. Como símbolo de que su amor por nosotros no tiene medida.

El agua, que servía para la purificación ritual, se convierte en vino, en signo de la alegría de una boda. También el agua de nuestra vida, que es corriente, se puede transformar, por nuestro amor de Dios, en una alegría desbordante. Por todo esto el Señor quiere comparar su relación con nosotros, con la que tienen los esposos: Dios creó el matrimonio como símbolo de su amor

El agua del cumplimiento del deber diario puede convertirse en el vino del Amor, con la ayuda de la Virgen. Con ella, vosotros que sois los novios ganaréis el partido, encestando en el cielo. Que así sea.

Granada, Monasterio de la Cartuja, 31.7.10

No hay comentarios:

FORO DE HOMILÍAS

Homilías breves predicables organizadas por tiempo litúrgico, temas, etc.... Muchas se encuentran ampliadas en el Foro de Meditaciones