domingo, 3 de agosto de 2008

EL CATERING

Los judíos tenían fama de trabajadores, hábiles para las finanzas, y amigos del ahorro.

Por eso que diga el profeta Isaías que comerían sin pagar, era la señal más clara para indicarles que había llegado el tiempo mesiánico (cfr. Is 55,1-3: Primera lectura de la Misa).

Y efectivamente en el Evangelio se nos cuenta como Jesús, el Mesías anunciado por los Profetas dio de comer a más de cinco mil personas (cfr. Mt 14,13-21: Evangelio de la Misa).

Y podríamos decir que con la distribución de esos bocadillos –seguramente de sardinas– se inauguraría el primer y más espectacular catering de la historia.

Como se lee en el Salmo (144,16: Responsorial de la Misa) el Señor abre su mano y nos sacia. Pero no sólo de cosas espirituales. Muchos de los milagros que hizo Jesús eran materiales. Porque es el Dueño de todo, también de la materia.

Por eso cuando Dios no envía cosas materiales buenas es porque nos quiere. Y cuando nos encontramos en la escasez, quizá es porque quiere que demostremos que le queremos a Él.

Ya lo decía San Pablo: ninguna cosa puede separarnos del amor de Cristo: ni el hambre, ni la desnudez. Y podemos añadir: ni tampoco la crisis (cfr. Rm 8,35.37-39).

Porque Dios para hacernos felices es capaz de inventar lo que sea, y además gratis.

Por eso cuando en la vida nos lleguen los momentos difíciles, podemos pensar que es, precisamente entonces, cuando estamos saciando el hambre que Dios tiene de nuestro amor: es el momento de nuestro catering.

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