domingo, 8 de junio de 2008

FRODO VIVE

Jesús actúa con misericordia con respecto a los pecadores, porque eso es lo que agrada a Dios (cfr. Evangelio de la Misa: Mt 9,9-13).


Dios prefiere la misericordia más que los sacrificios (cfr. Primera lectura: Os 6, 3-6).

Y también Jesucristo como Dios, dice que él quiere lo mismo que su Padre: porque yo «no he venido a llamar a los justos sino a los pecadores».

Comentando este pasaje dice la Iglesia que, Jesús escandalizó a algunos porque identificó su conducta con la de Dios (cf. CEC, 589). Y así era, porque Él es Dios debía actuar como Dios.

El Señor es misericordioso, y todas sus criaturas somos instrumentos de su misericordia.

Lo más propio de Dios es la misericordia: un Dios que es tierno hasta abajarse y curar la miseria de sus criaturas más débiles.

Y para eso utiliza instrumentos: unos personalmente son santos y, otros no lo son.

En la historia del Señor de los Anillos, un instrumento degenerado está representado por Gollum o Smeagol. Y al final de este relato, gracias a la malicia de Gollum se realiza la misión. Al morder el dedo de Frodo por fin el Anillo fue destruido.

Esto significa que al fin al cabo todas las criaturas son instrumentos de la misericordia de Dios: también el mismísimo demonio, que es un instrumento muy bueno, pero a la vez muy indigno.

Por eso hay que fiarse de Dios como hicieron los santos, como hizo Abrahán nuestro padre en la fe (cfr. Segunda lectura de la Misa: Rm 4,18-25).

Porque el Señor, en su cariño por nosotros, todo lo organiza para el bien de los que le aman.

Y así debemos de hacerlo nosotros como dice el salmo: siguiendo ese «buen camino» de la misericordia. Debemos ser un poco Frodos, aunque como él tengamos miserias.


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