El nuevo Elías
El Señor dijo que Juan el Bautista era el nuevo Elías. También Juan, lo mismo que el otro Elías, pensaba que el pueblo de Israel tenía una gran importancia.
Fue enviado para predicar la conversión de ese pueblo, diciendo que el Reino de
Dios estaba cerca.
La misión de
Juan el Bautista tuvo un clamoroso éxito mediático.
Miles de personas le siguieron al desierto.
Pero se equivocó al creer que ese Reino iba a ser el triunfo visible de los judíos sobre todos sus enemigos.
Él pensaba que
para la conversión
de la nación judía
era de suma importancia que el cambio se produjera también en los gobernantes, porque eran los más influyentes políticamente hablando. Para eso, era muy
importante que el rey Herodes se convirtiera.
Precisamente quien
tenía trabajar en su conversión era él, Juan el
Bautista, aclamado por todo el mundo como profeta, y por eso tenía una autoridad moral fuera de
lo común. Lo intentó.
La realidad es que Juan el Bautista acabó encerrado en un calabozo.
Dios quería otra cosa
No es extraño que Juan se desconcertara, y que mandase preguntar al a
Jesús qué significaba todo lo que estaba
ocurriendo.
Entonces a través de sus discípulos le envía el siguiente mensaje:
–«¿Eres tú el que ha de venir o esperamos a
otro?» (Mt 11,3).
Lo mismo tenemos que hacer nosotros cuando nos desconcertamos: ir al
Señor y preguntarle en la oración.
Y al pueblo judío, que el Bautista pensaba que triunfaría en el mundo, le ocurrió que lo invadieron sus enemigos.
Cuarenta años después, vino Vespasiano, gobernador
de Siria, y los arrasó.
Lo mismo que ocurrió en la época de Elías, en que también el pueblo de Israel fue conquistado por la
autoridad siria.
Pero, aunque lo que pensaba Juan el Bautista fracasó, Dios preparaba entre el pueblo
de Israel un pequeño grupo fiel, que había de formar el núcleo de la Iglesia Universal.
Lo que la historia de estos santos nos enseña es que es muy difícil saber lo que nos conviene.
Esta es la tragedia de nuestra oración.
La respuesta de Jesús
Por eso Santiago nos aconseja que tengamos paciencia. Teresa de Jesús
decía que esa virtud todo lo alcanza, y si estamos con el Señor nada debe
asustarnos, porque con Él lo tenemos todo: “Solo Dios basta”.
Jesús da como respuesta, a los discípulos que vienen de parte de Juan,
que los ciegos ven, los cojos andan, los mudos hablan... Que se estaba
cumpliendo así la profecía de Isaías sobre los tiempos del Mesías.
A pesar de estar en la cárcel, Juan el Bautista debe alegrarse, porque
su misión se ha cumplido. Preparó la llegada de Jesús y el reino de Dios ya
estaba en medio de nosotros.
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