lunes, 19 de agosto de 2019

DIOS ES CATÓLICO


Dios es un Padre que corrige

Decía el sabio alemán: hablar es una necesidad, escuchar un arte. Necesitamos desahóganos en la oración pero más nos ayuda escuchar la voz de Dios, que muchas veces nos puntualiza las  cosas, nos pone los puntos sobre las íes.

Nuestros padres nos corrigieron desde que éramos pequeños y lo hacían continuamente: bájate de ahí; espera que esté en verde para cruzar la calle; ponte a estudiar; no te hagas selfies en el baño; no me respondas cuando te hablo...

Un padre no corrige porque le moleste lo que hacemos o decimos, sino porque nos quiere. Y no puede dejar de corregirnos porque no puede dejar de amarnos. Nuestro Padre nos decía lo que nos convenía, aunque nos doliese.

La carta a los Hebreos nos dice: Dios os trata como a hijos, pues ¿qué padre no corrige a sus hijos? (segunda lectura de la Misa: 12, 5-7.11-13). Desde el principio el Señor corrigió a su Pueblo. Porque quería que fuesen felices.

Jesús es la Puerta

Cuando Dios se hizo Hombre en muchas ocasiones le reprende su forma de proceder. Por ejemplo, les dijo claramente que no les bastaba con ser de la nación elegida (cfr. Lc 13, 22-30). Pues la
santidad no está en los cromosomas, no se da por la pertenencia a una raza.

En cierto día uno preguntó a Jesús: –Señor, ¿son pocos los que se salvan?
Él les dijo: –Esforzaos en entrar por la puerta estrecha, pues os digo que muchos intentarán entrar y no podrán.

El hecho de tener sangre judía no bastaba, tenían que pasar por la puerta “agosta”. El Señor realmente había enseñado en sus plazas; comido y bebido con ellos, pero no fue suficiente. Jesús mismo era esa Puerta estrecha: había que hacerle caso aunque su mensaje fuera “exigente”. Es el Camino y nadie puede ir al Padre sino por Él: así escribe san Juan y lo recoge el Aleluya de la Misa de hoy (cfr. 14, 6 ).

Se trataba de hacerle caso, escuchar su Palabra divina, pasar por esa Puerta, radical, exigente (cfr. Lc 13, 22-30); de lo contrario nuestro Padre Dios no iba a reconocernos como hijos suyos. Los santos han hablado de que no podemos encontrar otro medio de acercarnos a Dios sin pasar por nuestro Salvador. Si no miráramos a Jesús, no habláramos con Él, no meditásemos su vida y su palabra sería difícil que pudiésemos alcanzar el cielo.

Dios es un judío católico

Jesús es hebreo y predicó a las de su raza. Pero su misión era en favor de todos los pueblos, por eso envío a sus discípulos: Id al mundo entero y proclamad el Evangelio (en el salmo responsarían de hoy: Mc 16, 15). En el cielo cabrían gente de todas partes del mundo. La Iglesia de Jesucristo es universal, católica. Por eso el Señor dice: Vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios (Lc 13, 22-30). Porque Dios es “católicós”, universal, no está atado a un territorio.

Ya estaba profetizado anteriormente: vendré para reunir las naciones de toda lengua...También de entre ellos escogeré sacerdotes (Is 66, 18-21). Dios no se contradice pero nosotros somos humanos, débiles, limitados; y con frecuencia tenía que repetir que su misión era universal.

Ahora nos toca a los cristianos actuales llevar a Dios a todos los lugares. Hace poco estuve en Tánger, donde los católicos somos una ínfima minoría y no se puede hablar de la doctrina de Jesús con facilidad. Uno puede pensar que pinta allí un convento de carmelitas, unos pocos franciscanos, o una decenas de laicos. Sin embargo aunque no puedan hablar fácilmente de su fe con palabras, lo hacen con sus hechos. Allí estaban unos universitarios sacando a pasear a unos deficientes mentales con el asombro de los beréberes.

Pero no solo universal en cuanto al territorio, sino en cuanto a las personas. El papa Francisco nos habla de las periferias, pues hasta a las más alejadas debemos llevar el evangelio. Pero Dios es también “católico” porque le interesa “todo” lo nuestro, nada de lo humano le es ajeno desde que tuvo lugar la encarnación. Jesús es judío ya para siempre, pero su misión abarcó el mundo y todas las actividades de los hombres de todos los tiempos.

En un mundo tan emotivo como el que nos ha tocado vivir hemos de llegar al corazón del último hombre con el lenguaje que la gente corriente entiende. Decía el novelista ruso que la humanidad puede vivir sin ciencia, incluso sin pan, pero no podría seguir viviendo sin la belleza, porque es el lenguaje que el ser humano de todos los tiempos entiende. Los cristianos hemos de comunicar mejor evangelio, pues si el bien de Dios no se expande es porque no lo hacemos atractivo. Y la “belleza del mensaje”, que ha sido vivido por las personas santas es lo que más le puede llevar a los hombres de nuestro tiempo a conocer y amar a Cristo. Porque la fe en Jesús, a veces, ha podido corromperse a causa de los hombres, pero muchos católicos –también de nuestra familia– han “llenado” el mundo de bondad y de belleza. Porque Dios es católico.

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21º Domingo C

Primera Lectura del profeta Isaías 66, 18-21
De todas las naciones traerán a todos vuestros hermanos

Responsorial del Sal 116, 1. 2 (: Mc 16, 15)

Segunda Lectura de de la carta de los Hebreos 12, 5-7.11-13
El Señor reprende a los que ama

Aleluya de Juan 14, 6

–Evangelio de Lucas 13, 22-30
Vendrán de oriente y occidente, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios

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