domingo, 19 de octubre de 2008

DIOS Y EL FUTBOL

Esta homilía podría titularse "Dios y el fútbol": cada cosa en su sitio. Dice el Señor en el Evangelio (de la Misa: Mt 22, 15-21): «Dad al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios» .

Y es que en las realidades humanas no hay dogmas. Creer, lo que se dice creer, los cristianos tenemos que creer unas cuantas cosas: el Credo y poco más.

La política, como el fútbol, o el mundo empresarial hay muchas formas de llevarlas a cabo; lo que hay que conseguir es que esas actividades no estén separadas de Dios.

Que Dios esté presente en el mundo empresarial, en el mundo de la política o en el deporte depende, en gran medida, de los cristianos laicos que tienen que santificar esas realidades.

Pero no se puede decir que haya remates de cabeza «cristianos» o saques de puerta propiamente «ateos», porque hay muchas formas en las que un seguidor de Cristo puede jugar al fútbol. Y todos los jugadores han sido creados por Dios.

En el libro de Isaías se puede leer como el mismo Dios dice que un rey que no era judío había sido puesto por Él (cfr. Primera lectura de la Misa: Isaías 45, 1. 4-6). Ciro no era del pueblo elegido, y no hacía la política del rey de Israel.

Porque el Dios del universo está por encima de esas decisiones humanas: verdaderamente Él gobierna a todos los pueblos (cfr. Salmo responsorial: 95). Por eso en la política puede haber tanta soluciones validas como personas, siempre que no se aparten de esa sana ecología que algunos llaman ley natural.

De ahí que no puede haber un partido político que represente a los cristianos, porque en lo humano hay muchas opciones. Los cristianos no somos de carril único en estas materias.

Cuando se ha intentado unir a Dios con un partido la cosa ha salido mal: Dios es de todos. «El hijo del hombre ha venido para dar su vida en rescate por todos» (Antífona de comunión).

Pero puede haber decisiones que vayan en contra de la racionalidad, o del sentido común.

Mucho ha hablado el Papa Benedicto XVI sobre los delitos contra la vida humana, porque eso no son ya decisiones políticas simplemente. Por eso dice san Pablo que los cristianos brillamos «como lumbreras del mundo» (Aleluya de la Misa), porque hay que manifestar el esplendor de la verdad, y el Papa lo hace.

Siguiendo con el ejemplo de Dios y el fútbol, está claro: la Iglesia no hablará de fútbol, pero sí levantará su voz cuando en un estadio no se respete a los demás. Así damos a la UEFA lo que es de la UEFA y a Dios lo que es de Dios.



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