Lo importante no es hacer cosas externas sino cambiar por dentro. Nos pide que cambiemos de corazón (3). Que le amemos con un corazón nuevo. Desea hacernos un trasplante.
No quiere que nuestra cuaresma se reduzca a hacer unas cuantas cosas: recibir la ceniza, comer menos y no tomar carne los viernes.
Hay cosas que el Señor quiere que realicemos y otras que dejemos de hacer. Pero no busca un cambio superficial.
Cambiar el corazón consiste en darse cuenta de que todo lo que está al margen de Dios es ceniza. Sin Él no somos nada. Muchas veces hemos buscado la felicidad lejos de Dios.
Y lo que el Señor quiere de nosotros, es que tengamos un corazón arrepentido. Quiere decir que nos duelan nuestros pecados, no tanto por haber fallado nosotros, sino por haber huido de Él.
Y donde volvemos de verdad a Dios es en la confesión, en la que nuestro dolor se hace auténtico (4). Y también volvemos a Dios en pequeñas obras de oración, ayuno, y limosna, porque se convierten en manifestación del amor que le tenemos.
Pero nos empeñemos en hacer nosotros las cosas solos: dejemos actuar al Señor, Él es nuestro cirujano (5).
Él hace todo mejor que nosotros. Lo más importante de la cuaresma no es lo que hacemos nosotros, sino que nos convirtamos, que cambiemos de vida y esto no lo conseguimos con nuestras fuerzas: habrá que pedirlo, y poner todo lo que esté de nuestra parte.
La Virgen como buena madre está esperando que volvamos a Dios, y nos ayudará si se lo pedimos.
(1) Evangelio de la Misa: Cfr. Mt 6, 1-18 (2) Primera lectura de la Misa: Cfr. Joel 2, 12.- (3) Versículo antes del Evangelio: Cfr. Salmo 94, 8AB- (4) Segunda lectura de la Misa. Cfr. 2 Cor 5, 20-6, 2.-: «en nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios» .- (5) Salmo Responsorial: Cfr. Salmo 50: «Oh Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro».
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