domingo, 10 de febrero de 2008

EL DIABLO SE VISTE DE PRADA

Jesús fue tentado por Satanás (1). Él lo permitió para enseñarnos a vencer las tentaciones.

El diablo siempre se mueve con astucia (2). Nos conoce. Lleva siglos haciendo lo mismo. Ofrece exactamente lo que nos apetece en cada momento.

Satanás, nos tienta aprovechando nuestras necesidades. Pero también se aprovecha de nuestra vanidad y de nuestras ambiciones.

Es un buen negociante. Conoce las técnicas del marketing. Por eso, las tentaciones dan gato por liebre. Satanás trata de vendernos cosas estropeadas. Lo suyo es la publicidad engañosa.

En el fondo quiere engañarnos en lo principal, en que desconfiemos de Dios, porque él odia a Dios.

Conoce nuestros puntos débiles y sabe cuando actuar. Después de que Jesús estuviese muchos días sin comer, se sentía débil. Justo en ese momento se acerca el tentador y le dice: di que estas piedras se conviertan en pan.

Jesús rechaza con energía lo que le pedía el diablo, aunque también se lo pidiese el cuerpo. Y reacciona así, porque Jesús había venido a hacer la voluntad de su Padre y no a darse gusto.

En la segunda tentación, el diablo le dice que se tire desde lo alto del templo, a la vista de todos, porque Dios no permitirá que caiga al suelo.

Si hacía lo que Satanás le pedía, todo el mundo quedaría admirado y muchos le seguirían con facilidad: ¡qué cosa más inteligente! podríamos pensar. Eso mismo quiere el diablo que hagamos nosotros, que busquemos quedar bien en todo lo que hacemos.

En la última tentación, el demonio ofrece a Jesús la gloria y todos los reinos de la tierra, si se arrodilla y le adora.

Esta tentación es la peor de todas: que no sirvamos a Dios, que le sirvamos a él. Es muy raro encontrarnos con gente que adore al diablo directamente, eso es lo que él querría. Pero indirectamente le adoramos cuando consigue que hagamos su voluntad, que es separarnos de Dios, que es nuestro Padre.

En definitiva, el demonio promete siempre más de lo que puede dar. La felicidad está muy lejos de sus manos. Toda tentación es siempre un miserable engaño.

María nunca actuó con engaño, siempre vivió cara a la Verdad. Y sus vestidos son luminosos.
Ella nos ayudará a descubrir las mentiras del diablo, que aunque se vista de Prada no es tan mono, tiene cuernos para herir a los demás

(1) Cfr. Evangelio de la Misa: Mt 4, 1-11.- (2) Cfr. Primera lectura: Gen 2,79;-3, 1-7.-
Ver homilía extensa

No hay comentarios:

FORO DE HOMILÍAS

Homilías breves predicables organizadas por tiempo litúrgico, temas, etc.... Muchas se encuentran ampliadas en el Foro de Meditaciones