En el Evangelio, el Señor habla de que el matrimonio es de un hombre y una mujer.
Y, además de uno con una, es para toda la vida. Porque lo que Dios une el hombre no puede separarlo.
Un católico puede pensar que es normal tener 4 ó 5 mujeres a la vez.
En occidente, esto nos parece extraño, pero aquí también hay bastantes católicos que viven la poligamia desde su juventud.
Un sacerdote africano, me comentó una vez que estaba sorprendido de la poligamia española.
Efectivamente, también los sacerdotes de aquí nos damos cuenta de que hay bastante poligamia. Sobre todo entre la gente de menos de 30 de años.
Es normal que antes de haber hecho el contrato matrimonial, los hombres de occidente hayan tenido varias mujeres.
No es una poligamia simultánea, sino sucesiva. No es a la vez, sino sucesiva en el tiempo. Esa la diferencia entre la poligamia africana y la poligamia española.
Sucede con bastante frecuencia, entre la gente joven, que conoce a un chico o a una chica, se declaran y a partir de ese momento ya viven como marido y mujer.
Tienen detalles de afecto que yo no he visto que tuvieran mis padres delante de mí, porque los reservaban para el matrimonio.
Hoy suele ser normal que un chico de 17 años y una chica de 16 vivan como si estuvieran casados, aunque se vean solo los fines de semana.
Con el aliciente de que no tienes gastos de comunidad, colegios, ni de agua ni de electricidad.
Y así pueden vivir, con varias o con varios sucesivamente, hasta que ya hacen el contrato matrimonial que, como es lógico, no tiene por qué durar para siempre.
Los curas cuando hablamos con una chica o chico, que llevan año y medio saliendo, estamos tentados de preguntar: Bueno, ¿qué tal tu marido?
Por eso ya no se habla ni de novio, ni de marido y mujer, sino de relación de pareja, un término que engloba todo, porque en realidad todo es lo mismo.
Hoy en día la pareja ha dejado de ser sólo una institución benemérita, también porque hay guardias civiles que están casados.
En el Concilio Vaticano II, algunos obispos europeos pidieron que el celibato fuera opcional para que se pudieran casar los sacerdotes que quisieran.
Ante esto, los obispos africanos se opusieron en masa porque allí el celibato se ve como un milagro.
Y así es, el celibato, seas sacerdote o soltera hay que pedirlo porque es un don de Dios.
Os aconsejo pedírselo a la Virgen cada noche rezando tres Avemarías.
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