De lo que Dios está más orgulloso es de su misericordia, de su bondad. Ese es su gran atributo. Todas sus obras están coronadas por su Misericordia.
-Señor te damos gracias por tu bondad, porque es eterna tu misericordia (cfr. Sal 117: responsorial).
El gran poder de Dios es su amor. Por eso perdona siempre. Nos ama tanto que su misericordia actúa si le dejamos.
Eso es lo que realmente vence al mundo. No la violencia o el egoísmo, sino el amor de Dios que se nos manifiesta en la cruz. Esa es la fuente de donde sale su Misericordia (cfr. 1Jn 5,1-6: Segunda lectura).
LA FUERZA DE LA CRUZ
Catalina de Emerich cuenta como, cuando Jesús estaba clavado en la cruz, había un centurión al mando de los soldados que estaban allí. Se llamaba Abenadar.
Tenía los ojos fijos en el cuerpo destrozado del Señor. Había presenciado como perdonaba a sus enemigos. Sintió una profunda emoción.
Cuando Jesús murió y tembló la tierra, la gracia iluminó a Abenadar. Su corazón, orgulloso y duro, se partió como la roca del Calvario; tiró su lanza y dijo: "¡Bendito sea el Dios Todopoderoso, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob; éste era justo; es verdaderamente el Hijo de Dios!".
Muchos soldados, al oír las palabras de su jefe, hicieron como él. Abenadar, convertido del todo, dio su caballo y su lanza a Casio, el segundo oficial y se fue en busca de los discípulos del Señor para anunciarles la muerte del Salvador.
VIVIR TRANQUILO
Dios quiere nuestra felicidad, que vivamos tranquilos, serenos. Y una de las cosas que nos dan más paz es pensar en la misericordia de Dios.
Cuenta el Evangelio como los Apóstoles se alegraron al verle resucitado. Jesús se puso en medio de ellos y les dijo: paz a vosotros.
Con gran poder los Apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús (Hch 4,32-35: Primera lectura).
Saber lo bien que está dispuesto el Señor ante nuestros errores, aunque hayamos hecho una barbaridad nos ayuda mucho. Dios aplica su misericordia según las necesidades de cada uno.
La humanidad no encontrará la paz hasta que no vaya a la fuente de mi misericordia.
LA VISIÓN DE FAUSTINA
El Señor quiso que el mundo conociera su Misericordia a través de las revelaciones hechas a una santa, Faustina Kowalska.
En una ocasión le decía: «las almas me reconocen como Santo y como Justo, pero no tienen confianza en mi bondad. Y le daba un encargo: Anuncia que la Misericordia es el mayor atributo de Dios».
Una tarde, estando en su celda vio al Señor vestido de blanco y con una mano levantada para bendecir mientras la otra estaba pegada al pecho. De su vestido salían dos rayos, uno rojo y otro blanco o claro.
El Señor le encargó pintar la imagen de la visión y que debajo pusiera escrito: Jesús confío en Ti!
Y le dijo el Señor: prometo que el alma que adore esta imagen no se perderá. Prometo la victoria sobre el enemigo en esta tierra y en particular en el momento de la muerte. Yo mismo lo defenderé.
ROJO Y BLANCO
Hablando del Señor nos dice san Juan: Este es el que vino por el agua y por la sangre: Jesucristo; no solamente con el agua, sino con el agua y con la sangre.
Los dos rayos de esa visión representan el Agua y la Sangre. El rayo blanco es el Agua que justifica las almas. El rojo es la Sangre que representa la vida para el alma.
Los dos salen del costado de Jesús después de que la lanza le atravesara el corazón. Representan la confesión y la Eucaristía.
UN CASO REAL
Faustina también cuenta como un día que entró a rezar en la capilla, Jesús le dijo: hija mía ayúdame a salvar un pecador en agonía.
Empezó a rezar la oración a la Divina Misericordia y vio a una persona que se estaba muriendo y que luchaba en su interior.
Su Ángel custodio lo defendía, pero parecía que no podía hacer nada ante la enorme miseria de esa persona. También vio como una multitud de demonios estaban esperando para llevarse aquella alma al infierno.
Mientras rezaba esa oración vio la imagen de Jesús con los dos rayos que salían de su Corazón tocando al enfermo y los diablos que se iban rápidamente. Entonces el enfermo expiró serenamente.
La oración que el Señor le pidió que rezare era esta:-Oh Sangre y Agua que sales del corazón de Jesús como fuente de misericordia por nosotros, confío en ti!
Cuando reces, le dijo Jesús, esta oración con el corazón arrepentido y con fe por cualquier pecador, le concederé la gracia de la conversión.
Vamos a decírsela ahora para que salve a los que van a morir hoy.
CARLOS Y JOSÉ
Esta fiesta la instituyó Juan Pablo II. Y en vísperas de ella, el Papa Grande se nos fue al cielo.
El Papa es el vicecristo. El Padre de todos los cristianos. A través del Papa la misericordia de Dios se hace presente.
Decía una persona que, estando en la plaza de san Pedro, al finalizar una de las ceremonias multitudinarias, pasó el Papa Benedicto en coche. Le impresionó comprobar la mirada que tenía de comprensión y cariño al mirar a la gente.
Así es Jesús. Así es también la Virgen, por algo la invocamos como Madre de Misericordia.
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