jueves, 28 de enero de 2021

ESPANTADOS


Jesús no quiere suprimir las enseñanzas del Antiguo Testamento: viene a completarlas.

Todo el Antiguo Testamento es como una introducción que nos prepara para la venida del Señor. El hecho de que el Verbo se haga Hombre ha sido un acontecimiento único que exigía cierta preparación.

UNA OPERACIÓN DE MARKETING

Con algunas películas se hacen campañas de publicidad muy bien montadas. Antes de que salgan a la pantalla, hay como una gran operación de marketing.

Ponen carteles por todos lados. Se hacen entrevistas. Muestran imágenes de partes aisladas. Algunas incluso sacan camisetas con el dibujo de uno de los personajes, carteles por todos lados con las caras de los protagonistas, etc.

La venida de Jesús no podía ser para menos. Y aparecieron profetas que hablaban de él. Reyes que adoraban al único Dios y que gobernaban al pueblo judío, que era de la misma raza que el Señor.

Es muy importante el Antiguo Testamento. De hecho es parte de la Revelación. No es algo que está ahí para que lo estudien los curas y los que tengan un interés especial por la religión, sino que es el preámbulo, la preparación de lo que va a venir.

La conexión entre el Antiguo y el Nuevo Testamento - son palabras del Papa - ”es un elemento constitutivo para la Iglesia: Jesús sólo puede ser entendido en el contexto de «la Ley y los Profetas»”.

EL ACTOR MÁS FAMOSO

Se entiende más a Jesús de Nazaret con el Antiguo Testamento que sin él. La aparición de Jesús en el mundo divide la historia en un antes y un después.

Jesús, como el «nuevo Moisés», nos ha dado una nueva visión de las cosas. En Él vemos realizada la promesa hecha por Moisés: «El Señor tu Dios suscitará en medio de tus hermanos un profeta como yo» (Dt 18, 15).

Es alguien que no deja para nada indiferente. Las cosas que decía en su predicación sorprendían siempre e incluso escandalizaron a más de uno. Hablaba con tal convencimiento que se notaba que aquello debía de ser verdad. Su voz tenía autoridad, la autoridad de Dios.

JESÚS NO DEJA INDIFERENTE

Como dice el Evangelio: Jesús hablaba con autoridad y la gente se espantaba.

A los antiguos se les ha dicho, pero yo os digo. El Yo de Jesús destaca de un modo como ningún maestro de la Ley se lo puede permitir, nos dice el Papa.

La multitud lo nota; Mateo nos dice claramente que el pueblo «estaba espantado» de su forma de enseñar. No enseñaba como lo hacen los rabinos, sino como alguien que tiene «autoridad» (7, 28; cfr. Mc 1, 22; Lc 4, 32).

Dice el Papa que el motivo de tal espanto no era su capacidad de hablar, su elocuencia. Sino que se ponía al mismo nivel que la Ley: A los antiguos se les ha dicho, pero yo os digo…

Para los judíos se estaba poniendo a la misma altura que Dios. Y eso era muy fuerte. Jesús no deja indiferente porque habla de los bienaventurados, de los pobres y de los que sufren ¿no es para espantarse?

El «espanto» del que habla san Mateo, y que se traduce normalmente por «asombro», es precisamente el miedo ante una persona que se atreve a hablar con la autoridad de Dios.

Espanto porque, o bien iba en contra de la majestad de Dios, o, lo que sería terrible y les parecía prácticamente inconcebible, estaba realmente a la misma altura de Dios.

Quien no se espantaba de nada, sino que vivía lo que Jesús decía era la Virgen, su Madre de Dios.

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