Jesús fue al encuentro de San Juan Bautista, que estaba predicando con gran éxito la conversión. Era normal en un ambiente de expectación ante la venida del Mesías, la gente se estaba preparando.
«Todo el pueblo iba a él» dice la Escritura. Iban tantos, que los fariseos se molestan y acuden para ver que pasa. Por eso no es de extrañar que Jesús también acuda: «Vino Jesús al Jordán desde Galilea».
Juan el Bautista cumplió su misión de suscitar un gran movimiento de penitencia, como preparación inmediata del reino del Mesías.
Muchas veces uno se asombra de porqué el Señor se bautizó si no le hacía falta. Jesús, sin tener necesidad de conversión, se sometió al rito del bautismo, de la misma manera que lo hizo a las observancias de la ley.
Y precisamente, Jesús, el día de su Ascensión también quiso que los cristianos enseñaran y bautizaran en su nombre, les dijo: «Id por todo el mundo y enseñad a todas las gentes bautizando en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo».
El día de nuestro Bautismo es el más importante de nuestra vida, con él recibimos un nuevo nacimiento, por eso se llama el sacramento de la «re-generación».
Gracias al sacramento del Bautismo somos hijos de Dios. Lo mismo que al Señor, Dios nos dice: este es mi hijo muy amado. Por eso es un día tan trascendental.
Un cardenal filipino cuenta que, durante un viaje en avión se encontró en medio de una violenta tormenta tropical, que hacia que el avión fuera dando unos tumbos espectaculares.
Todos los pasajeros estaban tremendamente asustados. Al lado del cardenal se encontraba un niño. Y el cardenal le preguntó: –¿Tú porqué no estás asustado?
Efectivamente era muy raro que un niño estuviera tan sereno en una tempestad así. Y el chaval le respondió: –Es que el piloto es mi padre.
A veces vivimos intranquilos sin saber que Dios es nuestro Padre, el Amo del mundo. Y nos ponemos nerviosos ante los contratiempos de la vida corriente.
«Todo el pueblo iba a él» dice la Escritura. Iban tantos, que los fariseos se molestan y acuden para ver que pasa. Por eso no es de extrañar que Jesús también acuda: «Vino Jesús al Jordán desde Galilea».
Juan el Bautista cumplió su misión de suscitar un gran movimiento de penitencia, como preparación inmediata del reino del Mesías.
Muchas veces uno se asombra de porqué el Señor se bautizó si no le hacía falta. Jesús, sin tener necesidad de conversión, se sometió al rito del bautismo, de la misma manera que lo hizo a las observancias de la ley.
Y precisamente, Jesús, el día de su Ascensión también quiso que los cristianos enseñaran y bautizaran en su nombre, les dijo: «Id por todo el mundo y enseñad a todas las gentes bautizando en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo».
El día de nuestro Bautismo es el más importante de nuestra vida, con él recibimos un nuevo nacimiento, por eso se llama el sacramento de la «re-generación».
Gracias al sacramento del Bautismo somos hijos de Dios. Lo mismo que al Señor, Dios nos dice: este es mi hijo muy amado. Por eso es un día tan trascendental.
Un cardenal filipino cuenta que, durante un viaje en avión se encontró en medio de una violenta tormenta tropical, que hacia que el avión fuera dando unos tumbos espectaculares.
Todos los pasajeros estaban tremendamente asustados. Al lado del cardenal se encontraba un niño. Y el cardenal le preguntó: –¿Tú porqué no estás asustado?
Efectivamente era muy raro que un niño estuviera tan sereno en una tempestad así. Y el chaval le respondió: –Es que el piloto es mi padre.
A veces vivimos intranquilos sin saber que Dios es nuestro Padre, el Amo del mundo. Y nos ponemos nerviosos ante los contratiempos de la vida corriente.
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