sábado, 14 de junio de 2025

DIOS ES UNA FAMILIA


Hoy celebramos el misterio principal de nuestra fe, que no hubiéramos conocido si el Señor no nos lo hubiera dicho. Es la vida íntima de Dios la que viene a revelar Jesús.


Que Dios es Padre, que Dios es Hijo y que Dios es Espíritu Santo.


El Señor ha tenido paciencia hasta que ha podido decírnoslo. Si lo hubiera dicho antes, seguramente se hubiera pensado que hay tres dioses.


Al principio, Yavhé quería remarcar a su pueblo que era un solo Dios, que no había varios dioses. 


Nos cuenta el libro del Éxodo (34, 4b–6. 8–9) como Moisés cuando sube al monte Sinaí y le pide a Dios que esté siempre al lado de su pueblo, porque Israel es de duro entendimiento, de «dura cerviz». 


Efectivamente, el pueblo elegido no hubiera entendido en ese momento toda la verdad a cerca de Dios.


Una vez que asimilaron que Yavhé era Uno, con Jesús revela que es un solo Dios pero que tiene tres Personas.


Esto es difícil de entender si uno no tiene fe. Lo dice el Señor en el Evangelio para que el mundo crea (cf. Jn 3, 16–18). 


Hay muchas personas que ven con facilidad que Dios sea Uno. Son los creyentes de las tres religiones monoteístas: junto con los cristianos están los hebreos y los musulmanes. Los tres procedemos de la fe de Abraham.


En la Alhambra hay un poema en el que se explica, con mucha claridad, la fe de los musulmanes. El poeta dice que allí, la oración se dirigía «a un Dios solo».


Efectivamente, los musulmanes creen que Dios es Uno. Tanto lo remarcan que piensan que está solo. Y sin embargo Dios es una familia. Vive en familia desde siempre. 


El misterio de la Santísima Trinidad no es un invento de la teología. Nuestro Dios es tan grande que no nos cabe en la cabeza.


Claramente,  San Pablo en una de sus cartas desea que recibamos «la gracia» que nos ganó Dios Hijo muriendo en la cruz, «el amor» de Dios Padre que nos regaló la vida, y la unión con el Espíritu Santo (cfr. 2 Cor 13, 11–13).


Ésta es la fe católica, se dice en una oración muy antigua de la Iglesia: que veneremos a un solo Dios en la Trinidad Santísima y a la Trinidad en la unidad. (Símbolo atanasiano, n. 3).


Siempre están juntos. Ahora en sagrario están los Tres. Podemos aprovechar para hacer ahora, en nuestra oración, un acto de fe: –Creo en Dios Padre, creo en Dios Hijo, creo en Dios Espíritu Santo.


También adorarle: Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo… (Ap 1, 8).


O podemos decirle: «A Ti la alabanza, a Ti la gloria, a Ti hemos de dar gracias por los siglos de los siglos, ¡Oh Trinidad Beatísima!» (Trisagio Angélico). 


Es la letra de la canción de los ángeles, del Trisagio Angélico. Conocemos la letra pero no la música que debe ser impresionante. Si pudiéramos escuchar las canciones de los ángeles nos daría un ataque de belleza, aunque la letra fuera siempre la misma: –«Santo, Santo, Santo. A Ti la alabanza, a Ti la gloria, a Ti hemos de dar gracias por los siglos de los siglos, ¡Oh Trinidad Beatísima!».


San Josemaría tenía un truco para tratar a la Trinidad. Le servía hacerlo a través de otra trinidad, la de la tierra, a través de Jesús, María y José.


A ellos acudimos para que nos enseñen a buscar a Dios Padre, a Dios Hijo y a Dios Espíritu Santo. 


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