Alguna vez los amigos te preguntan con curiosidad: –«Bueno, y ¿ahora a qué te dedicas».
En ocasiones suelo decirles: –«Pues mira, a lo de siempre, a salvar almas».
Precisamente la tercera vez que el Jesús resucitado se le aparece a los Apóstoles les a enseñar esta importante lección: la misión de los cristianos es «pescar», salvar almas (cfr. Evangelio de la Misa: Jn 21, 1-19).
No sólo el Papa, los obispos, y los curas estamos llamados al apostolado: todos los cristianos tenemos esa misión.
El Apocalipsis nos habla de millones de criaturas que estarán en el cielo, y lo cierto es que muchas irán allí gracias a nosotros, si somos pescadores (cfr. Segunda Lectura: 5, 11-14).
El enemigo sabe que podemos hacer mucho bien, acercando gente a Dios por eso quiere que no hablemos. Y utiliza todos los medios para hacernos callar.
A los Apóstoles las autoridades les prohibieron hablar de Jesús (cfr. Primera lectura: Hch 5, 27s). En nuestro caso no será el Sanedrín sino otras personas.
Pero está claro que nuestro Enemigo quiere taparnos la boca. El Señor lo derrotó muriendo en la cruz y resucitando. Y como va en retirada lo que busca Satanás es ganar alguna escaramuza, porque la batalla ya la tiene perdida.
El Señor triunfa cada vez que hablamos de la Verdad, porque a los hombres como a los peces se les pesca por la cabeza.
Hemos de hablar de la verdad del matrimonio; la verdad de la pureza; la verdad del sacramento de la misericordia de Dios. La verdad tan grande de que el Señor se ha quedado en la Eucaristía.
Tú y yo hemos experimentado cómo nos afecta interiormente que alguien nos diga la verdad, que nos hable de Dios. Si nosotros queremos mejorar es porque hay una persona que se ha empeñado en ayudarnos.
Dijo el primer Papa: –«voy a pescar»
Y le dijeron los Apóstoles: –«vamos también nosotros contigo»
En ocasiones suelo decirles: –«Pues mira, a lo de siempre, a salvar almas».
Precisamente la tercera vez que el Jesús resucitado se le aparece a los Apóstoles les a enseñar esta importante lección: la misión de los cristianos es «pescar», salvar almas (cfr. Evangelio de la Misa: Jn 21, 1-19).
No sólo el Papa, los obispos, y los curas estamos llamados al apostolado: todos los cristianos tenemos esa misión.
El Apocalipsis nos habla de millones de criaturas que estarán en el cielo, y lo cierto es que muchas irán allí gracias a nosotros, si somos pescadores (cfr. Segunda Lectura: 5, 11-14).
El enemigo sabe que podemos hacer mucho bien, acercando gente a Dios por eso quiere que no hablemos. Y utiliza todos los medios para hacernos callar.
A los Apóstoles las autoridades les prohibieron hablar de Jesús (cfr. Primera lectura: Hch 5, 27s). En nuestro caso no será el Sanedrín sino otras personas.
Pero está claro que nuestro Enemigo quiere taparnos la boca. El Señor lo derrotó muriendo en la cruz y resucitando. Y como va en retirada lo que busca Satanás es ganar alguna escaramuza, porque la batalla ya la tiene perdida.
El Señor triunfa cada vez que hablamos de la Verdad, porque a los hombres como a los peces se les pesca por la cabeza.
Hemos de hablar de la verdad del matrimonio; la verdad de la pureza; la verdad del sacramento de la misericordia de Dios. La verdad tan grande de que el Señor se ha quedado en la Eucaristía.
Tú y yo hemos experimentado cómo nos afecta interiormente que alguien nos diga la verdad, que nos hable de Dios. Si nosotros queremos mejorar es porque hay una persona que se ha empeñado en ayudarnos.
Dijo el primer Papa: –«voy a pescar»
Y le dijeron los Apóstoles: –«vamos también nosotros contigo»
3 comentarios:
thank you for coming back...
Enhorabuena por reanudar la publicación de homilías. Te echábamos mucho de menos.
¡Muy buena homilía, unidos en el afecto y la oración!
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